Quito, Ecuador
«Los Juegos del Hambre» de Suzanne Collins retrata un sistema donde los participantes compiten brutalmente, usando tácticas engañosas y formando alianzas inesperadas para sobrevivir. Esta inquietante obra parece reflejar el panorama político actual en Ecuador, donde las impugnaciones a las candidaturas se han convertido en el pan de cada día, comprometiendo la integridad del proceso electoral y los derechos políticos de los ciudadanos.
Las impugnaciones recientes han provocado un debate crucial sobre la protección de los derechos políticos y la legitimidad del proceso electoral. Construye, Avanza, Democracia Sí y Pachakutik se quedan sin candidatos para asambleístas nacionales 2025 debido a errores «insubsanables». En un contexto donde la participación política es esencial para una democracia funcional, estas acciones amenazan la confianza del electorado en sus instituciones.
Tomemos el caso de Jan Topic, precandidato presidencial por el movimiento SUMA (Lista 23), cuya participación ha sido impugnada por el Partido Sociedad Patriótica y el Movimiento Pachakutik. Frente a las dudas sobre la transparencia del proceso electoral, Topic se reunió recientemente con Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), y manifestó que las razones que sustentan la impugnación a su candidatura “son ilegales e incoherentes”.
Más allá del poderoso mensaje comunicacional, es crucial considerar que la OEA, como organismo político regional, emite decisiones que no son vinculantes para los Estados miembros, lo que significa que estos no están legalmente obligados a cumplirlas. Esto genera dudas sobre su eficacia en la promoción de la transparencia en Ecuador, especialmente en un momento en que su capacidad de influencia y su legitimidad están en entredicho.
Si bien las impugnaciones son parte del juego político, su uso abusivo debería erradicarse. Debemos recordar que, aunque la política es la lucha por el poder, la democracia es la lucha por el reconocimiento de todos. Las impugnaciones deberían servir para defender la legalidad y la verdad, pero se han convertido en herramientas que alimentan la polarización. «La trampa puede ganar batallas, pero no ganará la guerra del respeto y la verdad.» Ah, el respeto y la verdad, ideales tan esquivos en nuestra política.
Las impugnaciones frívolas no sólo afectan a los candidatos, sino que también vulneran el derecho de los ciudadanos a elegir y ser elegidos, así como el acceso a la justicia y la libertad de expresión. La falta de garantías para una competencia justa debilita la confianza en las instituciones y puede generar una apatía generalizada hacia la participación política, una tendencia que se ha intensificado en los últimos años.
El Estado debe asegurar un entorno electoral en el que se respeten los derechos de todos. Las instituciones deben actuar con imparcialidad, garantizando que los recursos legales estén al alcance de todos los candidatos. Es fundamental revisar las impugnaciones e investigar sus motivaciones políticas, priorizando la verdad y basándose en pruebas concretas, para evitar que se conviertan en herramientas de desgaste contra los candidatos. Aunque es fácil decirlo y difícil lograrlo, merecemos instituciones que inspiren confianza.
La comunidad internacional desempeña un papel crucial en este escenario, ya que la observación y el acompañamiento continuo del proceso electoral contribuyen a garantizar el respeto de los derechos de todos los candidatos y a promover la transparencia desde las etapas previas hasta la culminación del evento. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por ejemplo, puede ser un aliado estratégico en la protección de los derechos políticos, actuando para decidir sobre situaciones que podrían dar lugar a medidas cautelares. A través de procesos imparciales, podríamos poner fin a todas nuestras intrigas políticas abriéndonos la opción a elecciones verdaderamente democráticas.
Las impugnaciones a las candidaturas en Ecuador deben ser vistas como oportunidades para proteger la democracia, no como herramientas para manipularla. Al igual que en «Los Juegos del Hambre», donde los participantes enfrentan un sistema cruel que distorsiona las reglas del juego en su propio beneficio, nuestra realidad política corre el riesgo de convertirse en un escenario donde la desconfianza y la manipulación prevalezcan sobre la integridad electoral.
La defensa de los derechos políticos es una responsabilidad compartida entre ciudadanos, candidatos, instituciones y la comunidad internacional. Si permitimos que las impugnaciones frívolas se conviertan en la norma, dejaremos un legado de desconfianza que afectará a las generaciones futuras. ¿Estamos dispuestos a jugar el juego que nos han impuesto, o desafiaremos las reglas y reclamaremos el poder de la verdadera democracia?