
El presidente saliente de los EE.UU., Joe Biden, inició su recorrido a Angola, África, el pasado domingo, 1 de diciembre.
Este será su primer viaje subsahariana como mandatario de los Estados Unidos, pero lo hace en medio de la incertidumbre sobre el futuro de las relaciones entre ambos continentes, ya que Donald Trump se prepara para asumir el cargo en enero.
La visita de Biden a Angola, un país rico en petróleo, tiene como objetivo resaltar el esfuerzo de Estados Unidos por enfocarse más en el comercio y en la fuerte inversión en infraestructura, en lo que algunos analistas consideran una respuesta directa a la creciente influencia de China en África.
«Es un matrimonio perfecto de conveniencia», señaló el analista angoleño Edmilson Angelo a la BBC.
La elección de Angola es significativa: Biden será el primer presidente de Estados Unidos en visitar el país, lo que refleja una mejora considerable en las relaciones bilaterales.
Tras su independencia de Portugal en 1975, Angola estuvo bajo la influencia de China y Rusia, pero desde que João Lourenço asumió la presidencia en 2017, el país ha estrechado sus lazos con Estados Unidos.
«El gobierno de Lourenço ha orientado la política exterior de Angola hacia una multipolaridad pragmática, convirtiéndose en un verdadero no alineado», indicó Alex Vines, director del programa de África de Chatham House.
Biden destacará su principal proyecto en la región: un corredor ferroviario de 1.344 km (835 millas) que conectará las minas de cobalto, litio y cobre en la República Democrática del Congo y Zambia con el puerto de Lobito en Angola.
Además de petróleo, Angola posee valiosos minerales, como el cobalto y el litio, esenciales para la fabricación de baterías para vehículos eléctricos.
Una vez terminado, el Corredor de Lobito facilitará el transporte de estos minerales hacia Europa y Estados Unidos.
En su página web, la Autoridad de Promoción de Inversiones del Corredor de Lobito (IPA) destaca que la participación de Estados Unidos «es la primera alternativa de Washington DC a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China», un proyecto chino que busca crear rutas comerciales entre África y el resto del mundo.
La visita de Biden se da al final de su presidencia, y aún no está claro si la administración Trump continuará con el proyecto.
El Dr. Vines considera que el proyecto «puede sobrevivir a la presidencia de Trump, ya que su principal objetivo es competir contra China».
Sin embargo, advierte que tanto empresas occidentales como chinas podrán utilizar la infraestructura, lo que podría hacer que su valor sea cuestionado por Trump, quien probablemente centrará su mandato en la rivalidad con Pekín.
Lourenço expresó su esperanza de que la administración Trump también apoye la iniciativa: «Los poderes van y vienen, así que debemos estar preparados para trabajar con quienes estén al mando», dijo al New York Times antes de la visita de Biden.
El Corredor Lobito es un proyecto conjunto entre tres países africanos, Estados Unidos, otras potencias del G7 e inversores privados.
«Tenemos un compromiso global colectivo de apoyo del G7 por 600.000 millones de dólares o más hasta 2027», indicó Helaina Matza, coordinadora especial interina del proyecto en el Departamento de Estado de EE.UU.
Lourenço defendió la inversión, descartando las preocupaciones de que se asemeje a la explotación de recursos en la era colonial: «Hoy, cuando exportamos los minerales, lo hacemos en beneficio de los países africanos, a diferencia de lo que ocurría durante la época colonial, cuando se extraían sin el consentimiento de nuestros pueblos», explicó al New York Times.
Cada vez más naciones africanas están considerando limitar la exportación de recursos naturales para fomentar el procesamiento interno de estos materiales.
Anthony Carroll, especialista en minerales del Instituto de la Paz de Estados Unidos, comentó que si esto ocurre, podría afectar el impacto económico anticipado del Corredor de Lobito.
A pesar de ello, se muestra optimista sobre la viabilidad del proyecto debido a los enormes yacimientos de cobre en la República Democrática del Congo y Zambia, que siguen siendo rentables debido a la «demanda constante» a nivel global.
El litio y el cobalto, en cambio, tienen una demanda más «cíclica», según explicó: El Servicio Geológico de Estados Unidos estima que la República Democrática del Congo posee casi la mitad de las reservas mundiales de cobalto.
Este extenso país centroafricano representa actualmente cerca del 63% de la oferta global de este mineral, la mayor parte de la cual se exporta en estado bruto.
El Sr. Angelo se muestra optimista respecto a que los países africanos incrementarán gradualmente sus capacidades industriales. Describe la visita de Biden y la inversión en el Corredor de Lobito como un importante impulso para los esfuerzos de Angola por mejorar su imagen internacional: «Presenta a Angola como un destino seguro para invertir», afirma Angelo, y agrega: «Donde va el presidente de Estados Unidos, todo el mundo sigue su ejemplo».
Angola ha estado reconstruyendo su infraestructura tras el fin de una guerra civil que duró casi 30 años y terminó en 2002.
El conflicto destruyó la línea ferroviaria de Benguela, construida en la época colonial y parte del corredor, dejando solo un 3% de ella operativa al final de la guerra.
Fue entonces cuando comenzaron los esfuerzos para rehabilitarla, siendo China el primer país en invertir en su reconstrucción.
Entre 2006 y 2014, China destinó aproximadamente 2.000 millones de dólares para renovar el ferrocarril mediante un acuerdo de intercambio de ferrocarril por petróleo.
Sin embargo, Lourenço ha expresado su arrepentimiento por dicho acuerdo, afirmando al New York Times que fue «desfavorable» para Angola. «Si me preguntaran ahora si aceptaría un nuevo préstamo bajo las mismas condiciones, diría: ‘No'», comentó, añadiendo que, aun así, Angola pagará la deuda.
La masiva inversión china en infraestructura, a través de su ambiciosa Iniciativa de la Franja y la Ruta, ha sido criticada por haber sumido a varios países de África y Asia en una deuda considerable.
La orientación de Estados Unidos hacia inversiones significativas en infraestructura en África coexistiría con proyectos respaldados por China, lo que representaría un enfoque más multipolar.
China ya controla hasta el 80% de las minas de cobre en la República Democrática del Congo, uno de los mayores productores mundiales de este mineral.
A medida que el mundo se orienta hacia una energía más limpia, incluyendo los vehículos eléctricos, las minas de África central se están volviendo cada vez más atractivas.
Por lo tanto, el cambio de enfoque de Estados Unidos hacia la inversión en infraestructura en la región no es sorprendente.
Ya se han iniciado trabajos en el Corredor de Lobito, y la primera fase incluye la mejora de la línea ferroviaria existente desde el puerto hasta la frontera con la República Democrática del Congo, con financiamiento de la Corporación Financiera de Desarrollo de Estados Unidos.
Matza explicó que la segunda fase implicará la construcción de 800 kilómetros de nuevas vías férreas, comenzando en Angola.
El objetivo es conectar el Océano Atlántico con el Océano Índico a través de Tanzania.
Más allá del transporte de minerales, el ferrocarril también podría fomentar el comercio y la agricultura a lo largo de la ruta.
El Banco Africano de Desarrollo ya está financiando proyectos por un valor de 500 millones de dólares para promover el comercio nacional e internacional mediante el desarrollo de pequeñas empresas, cooperativas y comerciantes a lo largo del Corredor de Lobito.
En 2023, el comercio entre Estados Unidos y Angola alcanzó aproximadamente los 1.770 millones de dólares, según el Departamento de Estado, lo que convierte al productor de petróleo en el cuarto mayor socio comercial de Estados Unidos en África subsahariana.
La visita del presidente Biden cumple con una promesa que hizo al continente en 2022, aunque con cierto retraso.
Además, ayuda a definir el papel de Angola en el desarrollo regional y global en los próximos años, a pesar de las incertidumbres sobre cómo evolucionará la relación bajo la administración de Trump.
David Josue Quispe Franco.