Cómo mejorar los salarios

Carlos Cobo Marengo

Guayaquil, Ecuador

La ministra de Trabajo, Ivonne Núñez, quien preside el Consejo Nacional de Salarios, ha mantenido reuniones con trabajadores y empleadores para determinar y, posteriormente, anunciar durante el mes de diciembre en cuánto se establecerá el salario básico unificado para el año 2025.  

Desgraciadamente, y aunque muchas personas desconocen esto, el salario mínimo perjudica precisamente a los sectores sociales que pretende ayudar. Entonces, ¿por qué en nuestro país insistimos en mantener su existencia e incluso elevarlo cada año? La respuesta es porque tiene aparentes ventajas de corto plazo, pero sus efectos indeseables ocurren a lo largo del tiempo.  

Si esto fuese de conocimiento general entre los ecuatorianos, no privilegiaríamos lo que se ve bien, sino lo que genera el bien. El salario mínimo debería ser visto como lo que es: un impedimento jurídico para que la gente joven sin experiencia y los adultos con menos talento obtengan un trabajo formal. Estos simplemente quedan fuera del mercado laboral mientras se favorece a quienes ya tenían un empleo.  

Pero son justamente los jóvenes y las personas menos productivas quienes más necesitan adquirir habilidades. Por ello, el aumento del salario mínimo resulta un mecanismo perverso. Además, es importante mencionar algo que todavía no se entiende muy bien: el salario nominal no es lo realmente importante.  

Lo que importa es el salario real, es decir, cuánto compran esos dólares cada año, cuántos bienes y servicios es posible adquirir. Es posible aumentar el salario nominal cada año, pero si esos dólares compran menos que antes, significa que el salario real se ha reducido.  

Este tema no debe ser una imposición del Estado sobre las empresas y empleadores, sino que debe prevalecer la libertad contractual entre las partes para llegar a acuerdos que beneficien a los implicados. Aproximadamente el 85% del empleo en el país lo generan las pequeñas y medianas empresas. Por lo tanto, el aumento del salario mínimo no castiga a las grandes empresas, sino que encarece y vuelve menos competitivos a los pequeños emprendimientos.  

Las consecuencias del intervencionismo son siempre desastrosas, aunque políticos y supuestos representantes de trabajadores las ejecuten con una sonrisa en el rostro y grandes promesas para la población.  

El salario real aumentará cuando se eliminen impuestos y regulaciones, se genere competencia empresarial y se incentive cada vez más la escasa inversión privada. Solo así podremos incrementar, de forma sostenida, la capacidad adquisitiva en nuestro país.  

Ivonne Núñez, ministra de Trabajo.

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