
Guayaquil, Ecuador
Hace unos meses, el Ministerio de Agricultura y Ganadería advirtió que tiene conocimiento de siembras no autorizadas de banano y aseguró que actuaría de forma contundente, aplicando las sanciones correspondientes.
Esto, en cumplimiento de la Ley para Estimular y Controlar la Producción y Comercialización del Banano, que prohíbe realizar nuevas siembras no autorizadas por el Ministerio. Es decir, en ciertos sectores de la economía, los políticos tienen la potestad de decidir en qué cantidades se puede y debe producir, quiénes lo hacen y a qué precio.
Desgraciadamente, cuando se recurre a este tipo de medidas restrictivas, se asume que el logro de este objetivo tiene mayor importancia que las desventajas. Es decir, no producir más banano para la exportación es considerado un sacrificio necesario para alcanzar un determinado fin.
Con esta excusa, se imposibilita que ciertos bienes lleguen a existir, privándonos, tanto a los ciudadanos como a los exportadores, de dichos bienes. La consecuencia de este tipo de medidas restrictivas es la reducción de la producción y del bienestar de los ecuatorianos, mientras se privilegia a grupos oligopólicos que se benefician a costa de todos nosotros.
Uno de los tantos problemas de nuestro país es que la intervención estatal llega al punto de dictarnos qué podemos y qué no podemos producir. La riqueza proviene del empleo dado a los escasos factores de producción. Cuando su utilización se restringe, no aumenta, sino que disminuye el volumen de bienes disponibles y, con ello, el nivel de vida de la gente.
Frente a la constante intervención estatal que limita y entorpece la producción y la inversión en nuestro país, es necesario reiterar que la riqueza y el bienestar son consecuencia de la producción, no de la restricción.
Los países más desarrollados del mundo lo son justamente porque sus ciudadanos disponen de una mayor cantidad de bienes. Los múltiples beneficios que las personas de estos países obtienen se deben exclusiva y directamente a la búsqueda del lucro empresarial, que ha permitido acumular e invertir mayores capitales, multiplicando así los bienes y, por lo tanto, la productividad del trabajo.
En lugar de fomentar más inversión, trabajo y producción, tenemos instituciones que las prohíben y restringen. El día en que nuestro país logre grandes resultados económicos no será gracias al gobierno, sino a pesar de este.
