
Guayaquil, Ecuador
A partir de la década de 1940, la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) empezó a promover un programa de proteccionismo económico llamado Crecimiento hacia adentro, esta política estaba basada en la idea de que nuestros países debían cerrarse al mundo y producir todo localmente, esto como forma de proteger y posteriormente desarrollar industrias.
La idea consistía en que el Estado debía promover el desarrollo y crecimiento de la industria nacional, y al no tener competencia extranjera estas podrían crecer de mejor manera hasta que en algún periodo futuro pudiesen incluso llegar a exportar.
Algunas políticas recomendadas para lograrlo era crear barreras a la importación de productos, estimular la creación de nuevas industrias que mantendrían privilegios para producir localmente, impedir la salida de divisas, desalentar los movimientos de capital fuera del país, manipular los intereses para otorgar créditos baratos y hacer del Estado un actor principal en la producción económica, entre otras medidas.
Por supuesto, este programa fue un rotundo fracaso, tales industrias nunca prosperaron, todo lo contrario, se acostumbraron a vivir del privilegio y a rechazar cualquier posibilidad de competencia extranjera, cobrando precios más altos por productos de menor calidad, a exigir intervención estatal para proteger sus oligopolios a costa de perjudicar a los demás ecuatorianos, y limitando las posibilidades de crecimiento económico que podríamos haber tenido de intentar lo contrario.
La tendencia opuesta a la teoría del aislamiento económico es la apertura comercial que fomenta el intercambio y la cooperación entre las naciones, algo que nuestro país nunca ha llevado a cabo en grandes proporciones, aunque debo destacar que estos últimos años se ha fomentado la firma de tratados comerciales, lo que es positivo aunque no suficiente.
La conveniencia de mantener y fomentar mayor apertura comercial es el gran potencial que existe para permitir el desarrollo real de las industrias ecuatorianas, mayor libertad económica y menores restricciones al comercio permite disminuir los precios de los productos, incluyendo los insumos para la producción, aumentar el nivel de ahorro de los ciudadanos que ahora podrán gastarlo en otros sectores de la economía, aumentar nuestro nivel de exportaciones e incluso diversificarlas.
El único objetivo de la política económica debería ser el progreso y bienestar de los ciudadanos, es por esto que es necesario mantener una economía con crecimiento sostenido y competitivo a nivel internacional, pero la forma de lograrlo es por medio de la libre competencia, apertura comercial, incentivos tributarios, eliminación de trabas burocráticas, que el gobierno solucione su problema de déficit fiscal, y fomentar y facilitar las inversiones y creación de empresas.