El arte como escudo contra la perdición juvenil

Emilio H. Morocho Abad

Guayaquil, Ecuador

Después de haber asistido al extraordinario concierto por el día de san Valentín que organizó la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, me causó intriga saber más acerca de su director, el maestro español Íñigo Pirfano. Fue entonces que indagando sobre él encontré una charla que brindó a jóvenes, en la cual hizo una afirmación que me puso a pensar mucho sobre la fórmula para minimizar la perdición -en todos sus modos- en la juventud y la niñez, o por lo menos parte de ellas.

En esa conferencia magistral, el director hizo mención al maestro venezolano José Antonio Abreu, quien en algún momento de su vida exclamó “el niño que toma un instrumento musical, jamás tomará un arma” manifestando con esto una gran verdad, y es que, en la medida que se pueda alejar más a los niños y jóvenes de las malas prácticas se puede llegar a encaminarlos mejor.  Abreu usó esta visión como punto de partida para la posterior creación del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela en 1975 teniendo como resultado que varios niños y jóvenes enrumben su vida a una de bien con futuros prósperos.

Fue ahí que recordé mi época colegial, la cual no tiene mucho tiempo de expirada, apenas un par de años, y encontré en los recuerdos como la educación nacional va mas encaminada al estudio de sinsentidos tremendos, y no seré de aquellos que mencionan esto para justificar su deficiente dominio de las matemáticas, sino por la vía que nos enseñan con mucho énfasis y empeño que debemos conocer, un poco mas y a detalle, las revoluciones socialistas, dígase por ejemplo la cubana o la bolchevique, por sobre otros temas más interesantes y útiles.

Y claro, el estudio de estos momentos no es malo, la historia está para conocerla y así no repetir los errores que originaron acontecimientos como los que acabo de mencionar, lo malo está en el romantizar con profundo idilio estas épocas, al punto que los jóvenes lleguen a añorar tiempos semejantes.

En ese sentido, qué tal si el énfasis no va particularizado en la revolución armada, o las gestas “heroicas rebeldes” sino en el estudio de la literatura, la filosofía y la música. Estas materias que crean mentes críticas por excelencia, y consigo personas que analicen mas las circunstancias que vivimos serían una solución ante tan precario interés juvenil por lo intelectual, aquello que ciertamente se puede despertar a través del arte. Y ya saldrán aquellos que dicen “es que el Ecuador no es un país de cultura” queriendo con eso justificar la problemática, sin embargo, esto se soluciona desde la raíz, el sistema educativo.

No se trata de un problema de presupuestos, porque para leer en clase “La ciudad y los perros” de Vargas Llosa, o “Los hermanos Karamazov” de Dostoievski estoy seguro que se necesita menos capital del que se usa para las llamadas clases de “participación estudiantil” -que casi siempre no cumplen su cometido, lo digo porque lo viví, además sus precios de transacción son elevados si tomamos en cuenta que realizarlas significa, en varios casos, que los estudiantes deben trasladarse a sus colegios los sábados.

Es ahí que insisto en que se debe incentivar prácticas como la literatura que enseña a ver el mundo desde otras realidades, la filosofía que nos muestra distintas formas de pensar, dándonos razonamientos mas ilustrados o por lo menos un tanto meditados. Y finalmente y no menos importante la música, la cual es quizás la más compleja de las tres que cito, ya que para ésta se necesita la disciplina y dedicación que no tienen en abundancia el practicar -como espectador- la literatura o la filosofía, ya que el aprender acordes y leer partituras es algo que resulta tan complejo como si de aprender otro idioma se tratara.

Sin embargo, esto hace que el joven se incentive más, porque a pesar del estrés que produce el aprender y entender el idioma de la música, estoy seguro que al momento de escuchar la melodía que sale de sí mismo a través del instrumento que toca hará que, para esos jóvenes, todo haya valido la pena.

Generalmente se habla del deporte como solución para alejar a los jóvenes y niños de los vicios y la mala vida, pero casi nadie habla del arte, aquel que si bien es cierto no es tan famoso como el fútbol, casi siempre llega a ser más puro que él, ya que este no es solo pasión o destreza, sino que además de eso se le agregan sentimientos, pensamientos, y muchas maravillas más que podemos resumirlo simplemente como arte.

Es así que concluyo con una propuesta para los candidatos presidenciales, aunque quizás nunca la sepan, y es que debe haber un sistema educativo que priorice el arte, tanto literario como musical, para así tener más niños y jóvenes en teatros y bibliotecas en vez de esquinas y centro de privación de libertad.

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