
Guayaquil, Ecuador
La última joya del correísmo vino de la mano de Paola Cabezas, quien en el programa «Políticamente Correcto» afirmó que Ecuador debe pasar a una dolarización adaptada a las necesidades de los ecuatorianos, denominando a este proceso la “dolarización a la ecuatoriana”. Estas declaraciones avivaron el debate sobre si el correísmo quiere o no desdolarizar la economía, que este año cumplió 25 años bajo este esquema monetario.
Rafael Correa dijo en varias ocasiones que la dolarización fue “un error gravísimo”; de la misma manera, Andrés Arauz dijo que la dolarización fue un error y planteó la idea de los “ecuadólares”. Diego Borja, hoy candidato a vicepresidente, redactó un paper en el que planteaba una “salida ordenada” de la dolarización, y varios economistas afines a la Revolución Ciudadana critican la dolarización y plantean la necesidad de una moneda que se pueda devaluar para, supuestamente, ser más competitivos. Claro, tan competitivos como Irán, Camboya o Uganda, ¿no?
Así las cosas, resulta difícil creerles cuando afirman que su objetivo realmente es fortalecer la dolarización. La cosa se complica más cuando salen sus caras principales, en este caso las asambleístas Cabezas y Garzón, a hablar de una supuesta dolarización a la ecuatoriana, como si, económicamente hablando, algo «a la ecuatoriana» fuera bueno. Si precisamente la dolarización nos ha mantenido a flote es porque el dólar no es ecuatoriano y no lo dirigen los políticos ecuatorianos. Pero más allá de eso, ¿por qué la Revolución Ciudadana buscaría salir de la dolarización?
Según estas asambleístas, se debe buscar desincentivar el uso del dólar físico y pasar a una moneda digital, la misma que en su momento planteó Andrés Arauz y que dijo que sería respaldada por el Banco Central. Ahí podemos observar que dentro de la Revolución Ciudadana sí existe una línea a seguir en pos de la supuesta “ecua-dolarización”, que es más bien una desdolarización, y que, aunque lo tratan de ocultar, es evidente.
Esta supuesta moneda digital se utilizaría para hacer frente a los pagos internos y el gasto público en obras de infraestructura, subsidios, entre otros, esto les permitiría generar la falsa ilusión de que su programa económico es viable, aunque la realidad muestre que es contraproducente e insostenible y ahí está la clave del porqué la necesidad del correísmo de desdolarizar la economía.
En la década “ganada”, el correísmo basó su gobierno en el gasto público, que fue posible gracias al boom de los commodities, el cual generó miles de millones de dólares en ingresos extraordinarios para el Estado y le permitieron llevar adelante su “revolución”, generando una ficción de crecimiento que desapareció tan pronto como el boom terminó y sus beneficios se acabaron, dejando un país sin bases económicas sólidas y con gastos corrientes (aumentados con ingresos extraordinarios) sencillamente insostenibles.
Hoy ese boom no existe, y la única forma que tendría el correísmo de volver a instaurar en la gente esa falsa sensación de crecimiento, desarrollo y “obra pública” es hacerlo con dinero que puedan controlar, dinero que puedan emitir a su antojo. El dólar les representa un obstáculo para conseguir ese objetivo.
Pueden seguir diciendo que su objetivo es fortalecer el dólar, pero sus acciones y declaraciones les juegan en contra. No pueden tapar el sol con un dedo, ni siquiera si ese dedo es el de Rafael Correa.
Hoy, el presidente plantea un decreto que declare al dólar como medio único de pago, pero no es ni de cerca suficiente. Hay que avanzar hacia una reforma que elimine el Banco Central del Ecuador y así eliminar para siempre cualquier posibilidad de que se emita una moneda que nuestros políticos puedan controlar, pues todo lo que estos tocan lo dañan, lo corrompen, lo usan para su beneficio y el de nadie más.
