La dolarización, problema político

Ricardo Noboa

Guayaquil, Ecuador

Dos asambleístas de RC5, adherentes sin duda de la liga azul, dijeron en un programa de televisión que la dolarización debe hacerse “a la ecuatoriana”. Es decir, con locro y mote. Y patacones, naturalmente. El ex presidente de la asamblea, Alberto Acosta, enemigo confeso de la dolarización, salió enseguida a respaldar el concepto. No a las asambleístas, con las cuales debe mantener un importante distanciamiento intelectual, pero si a la idea de la moneda paralela.

Y en el fondo, eso es lo que piensan. Paola Cabezas, Gisela Garzón, Jerónimo, Mónica, Justiciero, Minerva, AN y los demás lelos que por ahí pululan. Siempre le han tenido hambre al dólar, pero como era más popular que ellos, nunca lo pudieron tumbar.

Tan popular es, que, vergüenza aparte, hace poco propusieron una reforma constitucional para institucionalizar el dólar como única moneda de curso legal. Pero eso lo hicieron porque deben haber evaluado si, seguir con la cantaleta de tumbar el dólar daba o quitaba votos. Y como quitaba, de pronto se volvieron más dolarizadores que doña Joyce, a quien el país le debe en buena parte la nueva moneda.

Y este tema, que no debe ser ya parte de la discusión nacional pues lleva 25 años conviviendo con nosotros a pesar de que a veces hacemos lo posible por cargárnoslo, surge en el debate precisamente porque RC5 vuelve a hablar de él, tratando de buscar alternativas porque saben que el dólar constituye una camisa de fuerza frente a los enloquecidos por el gasto público, moneda de cambio de la demagogia practicada durante los 10 años del correato, gasto público que se financia fácil imprimiendo billetes a la loca, tal como se hizo habitual en el país desde la aparición del petróleo, hasta que la dolarización les amarró las manos.

Al menos en parte.  ¿Quién se atreve a desdolarizar? Nadie en su sano juicio. Podrán emitirse bonos inorgánicos, hacerse transferencias desde el Banco Central, aumentar la deuda para con el IESS, mantener subsidios, en resumen, ir contra corriente de lo que ordena la dolarización, esto es eliminar subsidios, disminuir el gasto y captar inversión.

Sin embargo, a pesar de las taras, nadie puede negar que la dolarización ha sido el antídoto contra las contínuas devaluaciones, la desbocada inflación, la erosión salarial y el mantenimiento del poder adquisitivo. El obrero que recibe US$500 a fin del mes de marzo, recibirá los mismos $ 500 a fines del mes de abril.

Con la inestabilidad, la inseguridad -jurídica y ciudadana- la desconfianza del empresario a la clase política, con ecuadólares los US$500 de fines de marzo pasaran a ser US$250 a fines de abril. ¡Y esto es! Eso lo saben los ciudadanos, y también los políticos. ¡Qué no debemos continuar cometiendo errores que erosionan la dolarización! Qué duda cabe.

Como será de fuerte el dólar que a pesar de nuestros esfuerzos no nos lo hemos podido cargar.  Pero pensar que en el Ecuador pueda subsistir una moneda paralela, es una quimera. No somos comparables ni a Chile, ni a Uruguay ni al Perú. Las experiencias den «estabilidad” no sientan raíces en un país como el nuestro, como si ha ocurrido en aquéllos. Lo único que ha sentado raíces y que vino para quedarse, es el dólar. Jugar con él es jugar con fuego. Por eso, debilitar el dólar es debilitarse políticamente. Y por ello, quienes lo detestan, juegan con las palabras. Pero al final del día, la antipatía hacia el dólar es como la tos: por más que uno la aguante, termina saliendo. Y si no, pregúntenle a Paola Cabezas, Gisela Garzón y a Jerónimo y los demás. 

La asambleísta Paola Cabezas, del correísmo.

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