Adolescence (2025)

Andrés Cárdenas Matute

Quito, Ecuador

Más allá de lo que Adolescence (2025), la aclamada serie británica de Netflix, expone sobre el mundo adolescente, sobre los “célibes involuntarios”, sobre la confusa relación de los más jóvenes con el sexo, la masculinidad, el bullying, etc; más allá de todo eso, la obra indaga, más que todo, en la paternidad que acompaña o no a esa adolescencia. No es casualidad que en las escenas finales de tres de los cuatro capítulos –todas ellas dolorosas– la cámara se quede siempre con Eddie Miller, el papá de Jamie, el presunto adolescente asesino. Y en el único capítulo en el que no sucede así, quizás el más tenso, es porque casi toda la hora fue una larga conversación entre la psicóloga y el chico sobre masculinidad y paternidad. En realidad, “Adolescence” no es una historia sobre quién cometió un crimen, sino sobre todas las circunstancias que hacen que aquello ocurra, haciendo que, de alguna manera, todos estemos allí involucrados. En un mal resumen: un chico mata a una chica, ya que su masculinidad se vio atacada por el bullying que sufre de parte de la segunda. La frustración por un interés de pareja no correspondido –el “celibato involuntario” o incel– ha sido siempre una de las normales aristas que tiene la necesidad adolescente de ser aceptado. Sin embargo, lo nuevo es el nivel de importancia que llega a tener en la vida de un joven, impulsada, como está, por su concepción sobre el sexo formada solamente en la pornografía, y el nivel de violencia inédito al que esto puede llevar. Porque, en la base de la frustración incel –y de muchas otras frustraciones– está un problema social que tenemos con el sexo. Supuestamente vivimos por fin en un mundo liberado, sin tabúes, que paradójicamente es también el mundo de la mayor violencia y frustración sexo-afectiva. Un mundo que ríe públicamente a carcajadas, pero después llora a escondidas.

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