
Guayaquil, Ecuador
Más allá de tener conciencia de que el formato del debate presidencial en Ecuador conduce a resultados extremadamente pobres, en los que ni siquiera se pueden superar los simples enunciados, el debate del domingo pasado destacó por la ausencia de propuestas.
Precisamente por ello, quiero mencionar cinco reformas para Ecuador, que no deberían estar ausentes en nuestro debate. Reformas, contrarias a los absurdos revolucionarios y, lamentablemente, ausentes en el discurso de Noboa.
La reforma laboral. Ecuador posee el más arcaico instrumento normativo en materia laboral existente. No solo es del siglo pasado, sino que hace imposible la relación laboral. Es un documento ideológico carente de asidero en el mundo actual. Hacer fácil y posible la contratación es imperativo para generar empleo en el Ecuador. La clave aquí está en permitir a las partes acordantes llegar a un acuerdo en libertad.
La reforma del sistema financiero. Tenemos que optar por un sistema que permita operar a bancos internacionales en el Ecuador. La clave aquí está en tener una legislación financiera similar a la adoptada en Panamá décadas atrás. Más banca, más competencia, más recursos. Así de sencillo. La legislación financiera actual, pensada desde una mirada contraria a la libertad bancaria, evita que los ecuatorianos cuenten con los recursos que necesitan.
Reformar el sistema de pensiones. El problema de fondo con el sistema actual es que presupone a muchos trabajando para soportar a muy pocos, y en la realidad esto ha cambiado de forma radical. Cada vez es menor el número de trabajadores y mayor el número de soportados por el sistema. La razón: las familias cada vez tienen menos hijos y, por otro lado, la gente ahora vive más años. Por ello, el IESS es una bomba de tiempo. No se trata de aumentar la edad de jubilación o el monto de los aportes: hay que ir hacia un sistema de capitalización individual similar al chileno. Tu futuro, tus ahorros. Requeriría una necesaria transición durante la cual coexistirían el sistema actual y el otro al que se incorporarían los nuevos aportantes, y además permitiría al Ecuador contar con “el ahorro” necesario para posibilitar las inversiones que el país necesita.
Reforma comercial. Ir por más acuerdos comerciales. El comercio es la clave del progreso: abarata el costo de vida, transfiere tecnología, permite producir más barato en el mercado local con la nueva tecnología y maquinaria que se importa, luego, se exporta a más bajo precio, lo que hace más competitivo al país. Comerciar es intercambiar conocimiento e ideas, eso es lo que en realidad está implícito en los productos. Menos mal que en esta materia hemos avanzado un poco. En fin: firmemos todo lo que se nos ponga por delante.
Para finalizar, la reforma del Estado. Reducir su tamaño y el número de actividades en las que se encuentra inmerso. “Hace de todo” y “todo lo hace mal”, por ello llegamos a tener apagones de hasta 14 horas, puesto que solo el Estado ecuatoriano podía ocuparse del sector eléctrico. Es necesario escoger en qué se gasta y mejorar la calidad de ese gasto. Aumentar el presupuesto de educación, por poner un ejemplo, no debe servir para con estos recursos hacer inútiles agendas universitarias o tener un departamento que realice fotos al decano de cualquier facultad cada vez que este reciba una visita. Terminar con un Estado obeso e ineficiente no solo es necesario, es imperativo, pues se constituye en una máquina que devora los recursos del sector productivo. Más mercado, menos intervención estatal. Ahí la última clave.
Seguimos conversando.
