
Guayaquil, Ecuador
Aún no ganan y ya quieren aplicar políticas que coartan las libertades, todo bajo el gastado criterio de la “inclusión”. En la Asamblea Nacional se estuvo tramitando una nueva norma denominada “proyecto de Ley Orgánica de Libertad e Igualdad Religiosa”. En este texto podemos notar que desde su génesis se plantea interferir en el quehacer de las entidades religiosas.
Y es que establecer controles para sancionar las declaraciones, las acciones que se realizan en los espacios físicos y todo lo demás que plantea esta ley, es un verídico atropello a la libertad. Esto debido a que la única forma de establecer sanciones sería mediante un control de las actividades religiosas, en ese caso, cabe preguntarnos ¿cómo aplicarían esta ley? ¿Acaso van a tener que haber inspectores en las misas para estar atentos a si el sacerdote en su homilía pronuncia algo de tinte político? Por donde se lo vea es algo abusivo y propio de un régimen totalitario.
Ni la libertad se consigue con leyes orgánicas, ni los derechos son gratis, alguien debe pagar por ellos. Como una vez dijo el expresidente Febres Cordero en aquel emblemático debate de segunda vuelta, lo que busca la izquierda es crear derechos y consigo instituciones públicas nuevas, para así -siguiendo sus palabras- “meter tres mil quinientos burócratas para meter a su gente” haciendo referencia a lo que hoy conocemos como el empleo partidista, o como son llamados por el vulgo, los pipones.
Durante el análisis previo a la redacción de este artículo pude notar que, entre las ponencias que apoyan este proyecto -enhorabuena archivado- hubo una que me llamó profundamente la atención. Mencionaba textualmente lo siguiente: “democratizar la participación religiosa”. Y es que esto más podría interpretarse como “politizar la participación religiosa” ya que lo hacen con la intención de, supuestamente, hacer más “inclusiva” la práctica espiritual.
Por si fuera poco, en este proyecto se establecía que el ente encargado para hacer cumplir la normativa sería el Ministerio de la Mujer y Derechos Humanos, un órgano del ejecutivo. Es decir, tendríamos indirectamente al presidente de turno interfiriendo hasta en la actividad religiosa de la sociedad civil. Repito una vez más, la libertad no se crea con leyes orgánicas, y enfatizo, la libertad no se consigue con control. Es como que nos digan que las cadenas son sinónimo de libertad.
Pero a todo esto, vale la pena profundizar en las potenciales intenciones ocultas que proyectos como estos pueden tener. Y es que no hay que remontarnos a siglos pasados, o a los territorios más recónditos del mundo, sino a la actualidad que vive la iglesia católica en Nicaragua, donde su régimen dictatorial -apoyado por el movimiento que promulga esta ley- protagonizó una de las mayores persecuciones contra sacerdotes católicos de la historia, llegando a encarcelarlos, torturarlos y expulsarlos de su país. Se preguntarán por el delito que cometieron estos religiosos, ese fue, pues hacer un símil entre la realidad que vive su nación y lo que decía el evangelio.
Recordemos que -para los creyentes- la iglesia es nuestro lugar de auxilio espiritual, reflexión profunda y conexión; por lo tanto, tocar temas de actualidad en las misas es fundamental, ya que sería anticuado hablar solo en base a las escrituras, ya que sabemos que tienen siglos de antigüedad, por lo tanto, hacer un símil a la actualidad es un deber, no un acto de rebeldía.
Esta comparación expuesta en las homilías, no eran del agrado del caudillo, y por lo tanto se empezó con lo que mejor saben hacer: perseguir y callar por la fuerza. Todo en el “sagrado” nombre de la libertad, misma que pasarán siglos y seguirán sin entender.
Pareciera que esta norma podría haber sido un excelente respaldo, para establecer en algún momento esos niveles de represión en nuestro país, solo que esta vez amparada por la ley, es decir, legalizar lo ilegítimo.
La libertad no se garantiza con controles burocráticos, el credo no puede ser bien público, y la voz de cualquier líder no debe ser callada. Si queremos hablar de democracia, entonces respetémosla y eso se consigue cuidando que no exista un control tóxico del Estado en todo aquello que realizan sus mandantes.
