
Guayaquil, Ecuador
Y entonces hablaron de los “gestores de paz”. Y en el imaginario de la gente fue tomando forma la figura del vecino espiando y denunciando al vecino. Las milicias en moto del chavismo en Venezuela amenazando y chantajeando al pueblo. Una réplica del “soviet local” con “Comisarios” receptando denuncias. Y fue la gota que derramó un vaso que ya estaba lleno con los chats de la liga azul; los alias de Monica Ertl, el Justiciero, Jeronimo, Minerva y la Rana René -alias que solo utilizan los delincuentes, pues los seres humanos comunes y corrientes tenemos “apodos”, pero no perdemos la identidad-.
El miedo a perder el dólar, agudizado por las declaraciones de Paola Cabezas y Gissela Garzón respecto de la “dolarización a la ecuatoriana”, de Andrés Aráuz, de Diego Borja y finalmente de Rafael Correa y Raul Patiño en la televisión rusa; el resurgimiento de la ley mordaza, traído a colación por el asambleísta electo Xavier Lasso que generó lógicos temores en la prensa; el acuerdo de 23 puntos con quienes incendiaron y violentaron Quito que repetía los principios retardatarios promovidos por Leonidas Iza.
¿No creen Uds que todo esto es suficiente para asustar al ciudadano y perder votos? Por supuesto. Entonces, al escuchar todo esto en el lapso de 15 días, el pueblo se organizó. Impulsado por periodistas independientes y por quienes hacen opinión, se fue generando en esta segunda vuelta una corriente que empezó, insistentemente a repetir ciertas palabras: democracia, libertad, transparencia, independencia de poderes, narcotráfico, narcopolítica, impunidad, las que fueron ocupando los espacios de opinión.
Y asi, de pronto, en 15 días se fue generando un movimiento que hizo conciencia en que, esta vez, nadie se quede en casa. Y uno vio en este domingo histórico del 13 de abril, como las sillas de ruedas, los bastones, los andadores, y las canas de los abuelos se fueron mezclando con la juventud en defensa de los valores que se habían recuperado los últimos años.
Valores un tanto maltrechos, pero valores al fin, que había costado mucho recuperarlos y que no se estaba dispuesto a perder por la necedad, la prepotencia y el dogmatismo de quienes viviendo en Bélgica, México o Madrid, querían imponer el modelo venezolano, nicaragüense o cubano, lugares que ellos ni siquiera pisan pero cuyo autoritarismo les seduce, pues el autoritarismo permite usar a su antojo los fondos públicos sin rendir cuentas a nadie. Con Contralor a la carta.
Y así se llegó a las cinco de la tarde, donde empezaron a contarse decenas de miles de votos que se negaban a regresar a un oprobioso sistema manipulador de las funciones del estado y los recursos públicos y que aprobaban una gestión que, en año y medio, se había revelado independiente y había tomado decisiones importantes.
Las que se pueden tomar en ese lapso con periodo electoral incluido. Más de un millón de votos marcaron esta diferencia. Y le dieron un voto de confianza al joven presidente, que hizo una campaña fresca, sin insultos ni estridencias, sobria y seria. Con un entorno familiar que lo ayudó sobremanera, un gabinete que se metió en el territorio a sudarla y reconquistar un espacio que lució un poco perdido en la primera vuelta. Y al final, ganó la democracia. Y perdió la impunidad.
El pueblo ratificó en las urnas la sentencia del caso Metástasis, que mezcló la política y la justicia con el narcotráfico. Y validó las actuaciones del Ministerio Público. Por eso, entiendo que no reconozcan el resultado, al igual que Maduro tampoco reconoció el suyo. Porque no solamente han perdido las elecciones. Han perdido la posibilidad de volver a manipular la justicia, de controlar el Consejo de Participacion Ciudadana, de conceder indultos, de promover recursos de revisión, de volver a perseguir a los adversarios y hacer realidad su hashtag #YAFALTAPOCO y #NOSGOBIERNANDELINCUENTES, entre otros varios.
El Presidente Noboa tiene un enorme desafío: es el depositario de la esperanza de un país que no quiso regresar al pasado, reafirmó sus valores democráticos y apostó a su juventud y capacidad. No nos defraude.
