
Quito, Ecuador
La pregunta viene a colación por dos hechos importantes de los últimos días: el pedido de Fiscalía de archivar el caso Flopec, con el que la Corte Constitucional autorizó a la Asamblea el enjuiciamiento político contra el entonces presidente de la República, Guillermo Lasso; y, las derrotas monumentales que sus principales verdugos, el PSC y el correísmo, sufrieron en estas elecciones.
Pensar la política desde un contrafactual puede resultar un ejercicio infructuoso, pero nunca dejará de ser aburrido. Más aún si consideramos que en quienes sembraron los vientos para derrocar a Lasso cosecharon tremendas tempestades. En el fondo, articularon una trama institucional que puso al país al borde del abismo.
Siempre se dijo que la Corte Constitucional cometió un gravísimo error al forzar el caso Flopec (desestimado ya por Fiscalía y la Justicia), cuyas irregularidades se presentaron incluso antes de que Lasso fuera presidente, solo para que la Legislatura siguiera con el proceso en su contra.
Ahí caben dos lecturas. O la mayoría de esa Corte quería que Lasso fuera destituido porque no había afinidad ideológica, hecho totalmente censurable. O tal vez consideraba que lo mejor era lavarse las manos. Es decir, no salvar directamente a Lasso, pero sí autorizar su juicio político bajo cargos que no se sostenían para que los legisladores no alcanzaran los 92 votos. Si esa era la movida, el cuestionamiento a su proceder tampoco pierde fuerza ni vigencia.
Aquellas semanas de marzo, abril y mayo de 2023 fueron de una tensión innecesaria. En lugar de que las instituciones trabajaran para resolver los gravísimos problemas del país priorizaron su autodestrucción. A Lasso no le quedó más remedio que decretar la muerte cruzada y obligar al país a barajar el naipe.
A lo mejor, la RC5 y el PSC hubiesen obtenido mayores réditos electorales en 2025 si apostaban por la debilidad del gobierno de Lasso y su desgaste de cuatro años de gestión. El asesinato al fiscalizador del correísmo, entonces candidato presidencial Fernando Villavicencio, en plena campaña de las elecciones anticipadas, golpeó a la Revolución Ciudadana con la fuerza de una bomba atómica.
Y, por supuesto, no se hubiera precipitado el fenómeno Daniel Noboa que, por cuenta de las venganzas y errores estratégicos de estas dos organizaciones, así como por el hastío de millones de ecuatorianos honestos y desesperados por días mejores, es hoy la fuerza gravitante en la institucionalidad ecuatoriana y el factor de renovación ante una generación que junto a los Correa, Nebot, Lasso, Saquicela, Kronfle y compañía prácticamente tiene un carné de jubilación. Qué decir de esa prensa digital mañosa que se jugó por despostar al país entero, pero perdió toda su credibilidad.
El destino de este país hoy está en manos de Noboa, el presidente que gracias al apoyo ciudadano propinó la peor derrota de la Revolución Ciudadana, un escenario que nunca se ponderó en los meses de aquel juicio político.
- Carlos Rojas es periodista , politólogo y docente universitario con 24 años de trayectoria en periodismo impreso. Desde 2016, dirige el programa de opinión y análisis Políticamente Correcto de la cadena Ecuavisa además de ser columnista en la Revista Vistazo. Desde 2022, es director regional en Quito de contenido para Ecuavisa.com. Su texto ha sido publicado originalmente en esa web.
