“Francisco, repara mi iglesia”

Ricardo Noboa

Guayaquil, Ecuador

Y Francisco puso manos a la obra y empezó la reparación.  La iglesia de San Damián en Asís, amenazaba ruina. De modo que vendió su caballo, algunas ropas de la tienda de su padre, se arremangó las mangas de camisa y junto a varios compañeros empezó a reparar los daños en San Damián. Pero la Voz del crucifijo no se refería a los daños materiales de San Damián, a pesar que había que repararlos. A fines del siglo XII -como tantas otras veces- la Iglesia Católica amenazaba ruina: problemas con el Sacro Imperio, la rebelión de lo cátaros y los albigenses, las Cruzadas convocadas por Inocencio III y otros mas. Poco a poco Francisco fue reparando la Iglesia. No la de San Damian, sino la otra, que necesitaba aquellos franciscanos que predicaban la humildad y la pobreza en aquél mundo de oropel.

De esto han pasado mas de 800 años. Y con el advenimiento del nuevo Cónclave que acaba de terminar, las especulaciones estuvieron a la orden del día, tanto que hubo sitios de apuestas como si de un partido de futbol se tratara. En realidad, a través del tiempo, muchos “Franciscos” se han dedicado a reparar la Iglesia.

El primero, sin ser Papa, fue Ignacio de Loyola con la contrareforma que le demostró a Lutero que si se podían hacer muchos cambios dentro de la propia Iglesia. Luego, ya en épocas mas cercanas, Juan XXIII seguido de Paulo VI realizaron las reformas mas importantes en muchos siglos: acercaron la Iglesia a la gente. Misa en idioma vernáculo y frente a la asamblea, entre las principales. Tanto la acercaron que muchos entendieron que había que tomar las armas y dedicarse a la guerrilla. Y después de ello, Juan Pablo II reparó la Iglesia de Europa Oriental, donde el comunismo había prohibido el culto católico y perseguido la praxis religiosa. Como un vendaval, en pocos años Juan Pablo II derribó los muros, los reales y los ideológicos, y se trajo abajo el marxismo, evidenciando cual era el verdadero “opio del pueblo”.

Y en los años cercanos, ante la renuncia de Benedicto XVI, advino al papado “nuestro” Francisco. Y se dedicó también, como muchos otros, a “reparar” la Iglesia. Consolidó a America Latina como el continente católico por excelencia, fue humilde y sencillo, “manso como cordero y astuto como paloma”, nos legó frases, entrevistas y conceptos de gran profundidad. Y sobre todo, su testimonio. Adversario del boato, vivió como predicó. Y le tocó enfrentar los grandes desafíos con los que se enfrenta la iglesia actual: la ideología de género, el matrimonio homosexual, la legalización del aborto, la desacralización de Europa, la situación de los divorciados, la cultura woke, el crecimiento de los movimientos LGTBI, el tema medioambiental (gran pretexto ideológico de las nuevas izquierdas, el asunto migratorio primordialmente en Europa y varias otras situaciones (que muchas veces se presentan en conjunto), unas menos difíciles de lidiar que otras, que terminan, en varios casos (no todos, naturalmente) inevitablemente chocando contra los principios que defiende la Iglesia y que delínean la batalla cultural que hoy se libra.

Los mismos desafíos, sin duda aumentados, tendrá que enfrentar el nuevo Papa. La legalización, por la vía civil y aun constitucional de las propuestas que plantean un moderno “dejar hacer, dejar pasar” han tomado mucha fuerza. Cualquier oposición a ellas tiene ribetes de “intolerancia” y de “delito de odio”. Estos serán los grandes desafíos del nuevo pontífice. O una iglesia “light” que flote en medio de un mundo que cuestiona el rol de los valores fundamentales que moldearon la cultura de occidente, o defender, con tolerancia y comprensión pero con firmeza, tales valores que provienen de la civilización judeo-cristiana.

Tan importante debe ser la elección de un nuevo Papa, que ha tenido en vilo al mundo; y, que tiene que seguir “reparando” la Iglesia, que, a pesar de todo, tiene ya mas de dos mil años.  Y sigue…..

CIUDAD DEL VATICANO, 08/05/2025.- El recién elegido Papa León XIV (C), el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, sonríe desde la galería central de la Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano, el 8 de mayo de 2025, tras su elección en el segundo día del cónclave. EFE/EPA/ETTORE FERRARI

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