No nos engañemos

Gerardo Verdecia Sacoto

Guayaquil, Ecuador

Este martes 20 de mayo conocíamos la noticia de que, según los últimos datos del Servicio de Rentas Internas (SRI), las ventas totales en Ecuador muestran una recuperación en el primer trimestre del presente año respecto al mismo periodo del año pasado. En concreto, estamos hablando de un crecimiento del 8% interanual.

En mí (de momento) corta carrera como economista he tenido la oportunidad de leer infinidad de veces y escuchar “infinidad + 1” veces en los medios de comunicación como se analiza el comportamiento de las ventas en el país y, equivocadamente, se toma como ejemplo de contracción o, peor aún, recuperación económica.

Entre todos los problemas técnicos que podría nombrar argumentando en contra de este enfoque, el más relevante y adecuado se refiere a la estacionalidad y, por tanto, volatilidad de este indicador. Y es que como podemos imaginarnos, las ventas brutas – nominales de la economía fluctúan moviéndose de arriba abajo, izquierda y derecha en función de lo que la coyuntura política y económica dicten.

El año pasado tuvimos dos periodos con apagones de energía. Hace poco tiempo nos enfrentamos a semanas de incertidumbre política por la posibilidad del regreso de la izquierda autoritaria al poder. Hoy, “diluido” el segundo problema y “en pausa” (no resuelto) el primero, qué menos que celebrar que las ventas repunten algo, ¿no?

Bueno, pongámonos en la posición del aproximadamente millón de personas que en la última década perdieron sus empleos adecuados, por aquellas que vieron reducidos sus ingresos o, incluso, empeoradas las condiciones en sus trabajos. Todas ellas sentadas viendo las noticias, ¿estarían celebrando?

Ojo. La crítica, lejos de apuntar a los medios de comunicación, señala al establishment académico y analista en materia económica del país. Habiendo llegado al punto al que hemos llegado en lo que a nuestra situación económica y de seguridad respecta, las sirenas de alarma deberían mantenerse prendidas hasta que los ansiados cambios y reformas estructurales de las que siempre se hablan, se materialicen. Ecuador necesita pasar de la difusión a la implementación.

Los problemas económicos son grandes y estructurales. El crecimiento económico del país, si lo representamos en un gráfico de tiempo, se vería como un túnel que va paulatinamente en decadencia, estancándose y contrayéndose. Dentro de ese túnel, claro que hay fluctuaciones al alza y a la baja. Éstas se explican por la situación coyuntural de cada momento específico, y se representan por el techo (alza) y suelo (baja) de nuestro túnel estadístico. Pero esto no cambia la dirección que éste tomó hace ya tiempo: estancamiento y contracción.

Hoy más que nunca dejemos de lado cualquier tema superficial y solo hablemos de lo estructural. Ecuador vive un momento inédito: existe un vínculo entre el Legislativo y el Ejecutivo fuera de las ideas del Socialismo del Siglo XXI. Tendríamos que remontarnos décadas atrás para encontrar un momento similar en la historia del país. No lo desaprovechemos. Y, para no hacerlo, lo primero, primerísimo que debemos de tener en mente es la magnitud y complejidad del problema. No nos engañemos.

Niels Olsen, presidente de la nueva Asamblea Nacional, en Quito, este lunes, 19 de mayo de 2025. Foto extraída de la cuenta del Parlamento en X.

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