
Guayaquil, Ecuador
Frente al rápido envejecimiento que tendrá la población ecuatoriana para los próximos 20 y 30 años sumado a los problemas estructurales por lo que viene atravesando el sector, el Consejo Directivo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) lleva años alistando y proponiendo medidas para darle viabilidad al sistema.
Dentro de las medidas planteadas los últimos años se encuentran las mismas soluciones parche de siempre que no resuelven de forma definitiva el verdadero problema, entre las cuales constan: incrementar la cantidad de aportes que pagan los afiliados activos y empleadores y, modificar la base de cálculo de las pensiones pasando de los 5 a los 30 mejores años, entre otras.
La crisis que atraviesa la Seguridad Social bajo el insostenible sistema de reparto es de doble naturaleza, por un lado una crisis técnica de naturaleza económica y por otro lado de naturaleza ética.
Los problemas técnicos son los más fácilmente reconocibles, las pensiones que pagan los trabajadores y empleadores del país son pagados con cargo a impuestos, es decir coactivamente, lo que impide la libre y espontánea interacción humana y el desarrollo creativo, lo que hace que sea difícil ahorrar, además desde un punto de vista económico el aumento de las aportaciones son pagadas únicamente por los trabajadores, ya que las contribuciones pagadas por empresas forman parte del costo laboral total.
Y por otro lado, la carga para las generaciones que hoy aportan está creciendo en espiral con el envejecimiento de la población, esto significa que cada vez se deberá aumentar más y más las contribuciones, es decir, una presión fiscal creciente, donde los jubilados dependen de que las generaciones más jóvenes se mantengan trabajando.
Todo esto, está acompañado de problemas de naturaleza ética, por ejemplo, este sistema estatal está basado en la idea paternalista de que las personas serán incapaces de solucionar sus problemas de retiro y por eso el Estado debe hacerse cargo, pero se los considera lo suficientemente maduros y capaces para elegir a sus gobernantes. Por lo que en vez de privar a los trabajadores de una parte de sus ingresos, se debería permitir que estos sean libres de decidir de qué forma asegurar su jubilación como consideren adecuado.
Además, este sistema fomenta la aparición de conflictos y tensiones entre diferentes grupos de la sociedad, ya que mantener la idea de que los jóvenes deben financiar las pensiones de los jubilados provoca que cualquier decisión sobre el sistema genera roces entre estos grupos.
La única forma de resolver realmente el problema del IESS es pasar de un sistema insostenible de reparto a un sistema de capitalización individual, eliminando la dependencia que tienen las generaciones presentes sobre las futuras, aumentando el nivel de ahorro e inversión, lo que permitirá un mejor uso de los recursos productivos y volviendo el sistema de reparto destinado al fracaso, cosa del pasado.
