
El Gobierno de la India se pronunció este viernes sobre el plan de sucesión del dalái lama afirmando que no toma «ninguna posición» sobre asuntos de fe, dos días después de que el líder espiritual tibetano anunciara una próxima reencarnación.
La declaración fue emitida por el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Randhir Jaiswal, en respuesta a preguntas de los medios sobre el reciente anuncio del líder espiritual tibetano.
«El Gobierno de la India no toma ninguna posición ni se pronuncia sobre asuntos relativos a las creencias y prácticas de fe y religión», dijo Jaiswal, y añadió que el país «siempre ha defendido la libertad de religión para todos en la India y seguirá haciéndolo».
Esta comunicación sigue a la del jueves, cuando el ministro de Asuntos de Minorías, Kiren Rijiju, afirmó a medios locales que la decisión corresponde exclusivamente al líder budista.
«Todos los que siguen al dalái lama creen que la reencarnación debe decidirse según la convención establecida y el deseo del propio dalái lama. Nadie más tiene derecho a decidirla excepto él y las convenciones vigentes», declaró Rijiju.
Pese al tono de neutralidad, al definir la sucesión como un asunto de «fe y religión», la India adopta el marco defendido por el dalái lama y rechaza implícitamente la postura de China, que insiste en que la «reencarnación» es un asunto político interno sujeto a la aprobación del Estado.
La postura de la India es clave, ya que el país ha sido el hogar del dalái lama desde su huida del Tíbet en 1959, ofreciendo refugio a él y a decenas de miles de tibetanos.
La decisión del líder espiritual, que este domingo cumplirá 90 años, ha sido rechazada por China, que considera al dalái lama un separatista y defiende que la sucesión debe ser aprobada por el Gobierno de Pekín.
Aunque la India no reconoce formalmente al Gobierno tibetano en el exilio, su decisión de acoger y proteger al líder espiritual es un punto constante de fricción diplomática entre las dos potencias asiáticas, que mantienen sus propias disputas fronterizas en el Himalaya. EFE (I)