Reflexiones sobre política económica

Ludwig Erhard, padre del milagro económico alemán.

Carlos Cobo Marengo

Guayaquil, Ecuador

El 20 de junio de 1948 el entonces Director general de economía, y posterior ministro y canciller de Alemania Occidental Ludwig Erhard propuso una reforma monetaria y económica que supuso un cambio abrupto desde una economía planificada con intervención estatal hacia una economía de mercado y de libre empresa. Que dio como resultado el famoso milagro económico alemán.

Para Erhard cuando se trata de solucionar una crisis económica de fondo, siempre hay dos opciones: la de implementar estrategias graduales o implantar estrategias de choque. La realidad y la historia económica demuestran que los gobiernos temerosos de perder apoyo popular, tienden no solo a ser gradualistas sino a orientarse y centrarse en el corto plazo y cambiar de rumbo cuantas veces sea necesario a efectos electorales.

En cambio, él optó por lo contrario y lo llevó hasta sus últimas consecuencias, ignorando las objeciones que le hacían los altos comisarios, empresarios, sindicatos y profesores. Y logró pasar de una economía planificada, desvinculada del comercio e inflacionaria a una de mercado que quería integrarse al mundo con estabilidad del nivel de precios.

El milagro económico alemán fue posible porque Erhard desconfiaba de un Estado omnipresente, veía en el mercado, la iniciativa privada y en la libre competencia el motor del progreso económico y tuvo la voluntad política de llevar a cabo esas convicciones.

Esta experiencia avala la hipótesis de que el buen funcionamiento de la economía descansa en dos pilares: el régimen competitivo y la estabilidad monetaria. Por suerte para los ecuatorianos hemos alcanzado uno de los dos pilares, el mantener una moneda extranjera que no puede ser controlada por políticos de turno.

La dolarización nos ha dado estabilidad de precios, facilita el ahorro, eliminó el riesgo cambiario y permite planificar a largo plazo. Pero debemos seguir trabajando en un régimen competitivo, ya es hora de eliminar los monopolios como Petroecuador, Empresa Eléctrica, el IESS y dejar de proteger oligopolios a costa de todos los demás ecuatorianos.

La competencia tiene una función socialmente beneficiosa a largo plazo, favorece a todos. En cambio, las limitaciones en la competencia tienen el efecto opuesto, los avances en productividad se hacen más lentos, la innovación decae, la creación de empleo se vuelve insuficiente y limita el potencial de crecimiento económico.

Nuestro país debe seguir trabajando en el libre comercio con toda nación que desee comerciar con nosotros, pero también llevar a cabo esos cambios estructurales que permitan y faciliten la inversión, la libertad de empresa, y la creación de empleo.

Una sociedad libre y abierta tiene porvenir si el orden económico descansa sobre la base de principios de mercado.

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