
Quito, Ecuador
El caudillismo no nos da tregua. Y, como es común a todos los caudillos del mundo, ni bien se ha sentado en el sillón presidencial, Daniel Noboa se ha dedicado a construir su clientela. Noventa y seis millones de dólares le cuesta al país el programa Jóvenes en Acción, que busca, a cambio de cuatrocientos dólares mensuales, durante tres meses, la inclusión de jóvenes de entre dieciocho y veintinueve años “en proyectos de reforestación, educación ambiental, mantenimiento de infraestructura vial y apoyo a pequeños productores” (Diario El Comercio).
No se trata, como bien se ve, de una propuesta de empleo sostenible: tres meses de trabajo, mil doscientos dólares de paga, ochenta mil clientes y hasta ahí llegamos. Pero, mientras se gastan noventa y seis millones de dólares en pagar a los nuevos clientes, al Hospital Eugenio Espejo se le entrega, para el año 2025, un 32% menos del presupuesto asignado en el año 2024 (Plan V).
Como es previsible, la disminución presupuestaria perjudica la calidad de la atención hospitalaria y puede, por falta de una atención eficaz y oportuna, empeorar el cuadro clínico de los enfermos o, incluso, llevarlos a la muerte.
Ante la reducción del presupuesto, el Hospital ha comenzado a tomar las medidas usuales en situaciones de emergencia por falta de insumos y medicamentos. Entre estas, suspender y reprogramar cirugías -sobre todo las más complejas-, no recibir derivaciones de la Red Pública de Salud, retrasar el inicio de tratamientos (Plan V).
Obligar a los médicos a elegir de entre los pacientes los que deben y no deben ser atendidos por la falta de recursos es un acto ominoso, inhumano, más aún si se piensa que el dinero que el Gobierno pretende gastar en la ampliación de su clientela se podría, con mayor provecho, entregar a uno de los hospitales más importantes del país para cumplir con su misión de aliviar el dolor, curar la enfermedad y salvar vidas.

Hay circunstancias en las que la política, esa actividad que inventaron los hombres para protegerse y perdurar en las mejores condiciones posibles, entra en contradicción con la vida. Esta, la que viven los pacientes del Hospital Eugenio Espejo, es una de esas circunstancias. Poner los réditos políticos por encima del derecho a la salud y la vida de los ciudadanos revela que la política y los políticos se alejan cada vez más de su razón de ser. Noboa, lamentablemente, está siguiendo ese camino.