
Guayaquil, Ecuador
Se ha cumplido un mes de su partida, debe haber sido recibido con bondad por el Altísimo, por su vida ejemplar y provechosa. Fue un hombre cabal, bueno en todo lo que hizo, servidor público honesto, ocupó varias responsabilidades desde muy joven. Finalmente, fue Vicepresidente de la República, elegido por el Congreso Nacional, durante el gobierno de Fabián Alarcón en abril de 1998.
En esa función le tocó intervenir ante los damnificados del Litoral por la gravedad del Fenómeno del Niño. Con la presteza que le caracterizaba, ante la penuria de las arcas fiscales, gestionó un crédito de emergencia ante el BID que sirvió para construir cinco mil viviendas de emergencia. Las pérdidas en la agricultura y la red vial fueron notables, en ambos campos se hicieron esfuerzos para rehabilitar vías y recuperar cultivos.
Fue un apasionado por el desarrollo de la Cuenca del Río Guayas, como la zona de mayor potencial del Pacífico Sur. A su insistencia, le debemos las obras de la presa Daule Peripa, el trasvase de aguas a la península que han convertido todas esas tierras en fértiles cultivos de productos exportables, la generación de electricidad de esa represa, con 210 MW. La urgencia para determinar el potencial y reservas de gas natural en el Golfo de Guayaquil, hoy denominado bloque 6, se iniciaron por su gestión, durante el gobierno militar de los años setenta.
Estudió Economía en la Universidad de Chile, se graduó de Ingeniero Comercial en 1964, fue profesor, luego Decano y Rector de la Universidad Católica de Guayaquil. Trabajó en la Junta de Planificación y luego la presidió en 1972, habiéndose convertido en mentalizador y ejecutor de todas las iniciativas del gobierno militar de esa década. Determinó la necesidad de invertir los recursos del petróleo en electrificar el Ecuador con la construcción de los primeros proyectos hidroeléctricos que fueron la base de todo el desarrollo posterior en esta materia.
Fue gestor en la iniciativa de ampliar, modernizar y concesionar la operación de los anteriores aeropuertos de Quito y Guayaquil, administrados antes por la Dirección de Aviación Civil. Así nació la necesidad de constituir dos operadores independientes que son los concesionarios actuales de dichos modernos y eficientes servicios públicos.
En la última etapa de su vida, los últimos 25 años dirige Fundación Ecuador, institución que se dedicó en sus primeros años a consolidar la modernización del Estado, el funcionamiento de la democracia, los principios de libre mercado. Por igual ayudó a difundir programas educativos para la ciudadanía y mejorar la calidad de la enseñanza en cientos de escuelas y colegios, la correcta distribución de textos escolares a miles de sus alumnos. A mí me honró acompañarle desde la presidencia del directorio de esta noble institución.

La vida de Aguayo Cubillo se puede resumir en una permanente dedicación a servir a los demás. Fue un ejemplo de transparencia, honestidad y desinterés personal. No buscó notoriedad, fama y mucho menos, fortuna. ¡Loor a su memoria e inmenso legado!