
La ONU confirmó hoy por primera vez de forma oficial algo que venían semanas alertando: que los palestinos de la Franja de Gaza sufren hambruna y que un total de 1,6 millones de los casi 2 millones de gazatíes padecen hambre.
«Estamos ante una hambruna que nos perseguirá a todos, porque es una hambruna predecible y evitable, una hambruna causada por la crueldad, justificada por la venganza, propiciada por la indiferencia y sostenida por la complicidad», estimó el secretario general adjunto de la ONU para asuntos humanitarios, Tom Fletcher.
Las más de doscientas muertes por inanición registradas en las últimas semanas son la evidencia de una situación causada por el bloqueo del Gobierno israelí a la casi totalidad de la ayuda alimentaria y de otros suministros básicos, desde principios de marzo, cuando se puso fin a un alto el fuego que duró cerca de dos meses.
¿Por qué se ha declarado la hambruna?
Lo que el informe publicado hoy por la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (CIF), el sistema internacional independiente sobre seguridad alimentaria más reconocido, concluye es que es «verosímil» que se haya alcanzado la hambruna (fase 5) en la Gobernación de Gaza (la zona más habitada) y que el sur, Jan Yunis y Deir el Balah, están en situación de emergencia (fase 4) y podrían entrar en hambruna pronto también.
Esto indica que un total de 1,6 millones de gazatíes sufren hambre, de los que una tercera parte (más de medio millón) de manera crítica al padecer de una privación extrema de alimentos, mientras que el resto de la población se encuentra en situación de «crisis alimentaria».
Para considerar una hambruna es necesario que falten alimentos en al menos uno de cada cinco hogares, lo que resulta en niveles críticamente altos de desnutrición aguda (al menos el 30 %) y mortalidad.
¿Qué significa?
Para un niño, explica a EFE la directora de Influencia y Programas de Unicef España, Lara Contreras, sufrir hambruna «es estar en unos niveles de debilidad tan altos que es incapaz de llorar o alimentarse».
Según sus datos, el 39 % de la población no come durante días y muchos padres están dejando de comer para poder alimentar a sus niños. «Solo en julio, más de 12.000 niños y niñas fueron evaluados como gravemente desnutridos, la cifra mensual más alta jamás registrada y seis veces superior a la registrada a principios de año», alertaron hoy en un comunicado conjunto la OMS, la FAO, el PMA y Unicef.
Y no es solo el hambre, es que la privación de alimentos va ligada a enfermedades como diarreas, fiebres o una debilidad extrema que impide enfrentarse a otras enfermedades.
Además, el 98 % de las tierras de cultivo están arrasadas, no se puede acceder al mar para pescar y las evacuaciones médicas y el sistema sanitario está colapsado, recuerdan las organizaciones.
¿Qué consecuencias?
La hambruna deja una huella imborrable en las personas: «tanto el desarrollo físico como el cognitivo se ve dañado a futuro; el de esa persona y el de generaciones futuras», resume Contreras.
«Puede perjudicar el físico, puede retrasar el crecimiento de los niños, debilitar el sistema inmunológico y aumentar la susceptibilidad a las infecciones», explicaba en una rueda de prensa este mes la presidenta de la junta directiva de Médicos por los Derechos Humanos de Israel, Lina Qassam Hassan.
Pero las consecuencias cognitivas son «el efecto más peligroso»: «la desnutrición puede perjudicar el desarrollo cerebral en los niños, lo que lleva a dificultades en el aprendizaje a largo plazo, problemas de memoria y un bajo rendimiento académico general», decía esta doctora palestina, que añadía que quienes han sufrido desnutrición aguda tienen un mayor riesgo de padecer «enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares y una menor productividad económica».
¿Puede la declaración contribuir en algo?
«Se trata de una situación de inanición provocada por las autoridades israelíes, que están utilizando la falta de alimentos como arma de guerra, provocando hambre generalizada en la población gazatí», alertaba esta semana Médicos Sin Fronteras (MSF), que como las agencias de la ONU llevan meses advirtiendo de la gravedad de la situación.
Desde Unicef, esperan que «ojalá ayude en algo», pero se muestran «muy preocupados» por la anunciada ofensiva israelí para tomar la ciudad de Gaza, «porque evidentemente esto va a complicar la situación».
El Gobierno israelí, que es quien tiene que permitir la entrada de ayuda o comida ya ha criticado el informe del CIF y lo ha calificado de una «campaña fraudulenta» de Hamás: «Todo el documento de la CIF se basa en mentiras de Hamás blanqueadas a través de organizaciones», ha estimado el Ministerio de Exteriores israelí.
¿Es reversible?
La hambruna ya ha dejado 271 muertos (112 niños), según el ministerio de Sanidad gazatí, pero las organizaciones piden acciones urgente: «Es fundamental que se produzca un alto el fuego inmediato y se ponga fin al conflicto para permitir una respuesta humanitaria a gran escala y sin obstáculos con el objetivo de salvar vidas», apuntan FAO, PMA, OMS y Unicef.
«Las organizaciones estamos preparadas para intervenir. Ahora mismo hay disponibilidad para atender a un millón de personas, incluso cuatro meses; tenemos materiales, alimentos, medicinas», alega la portavoz de Unicef, aludiendo a la petición urgente de que dejen ingresar sin trabas a las organizaciones a la Franja de Gaza. EFE