El papel de las ganancias en una sociedad sin taras

Adam Smith.

Joselo Andrade

Guayaquil, Ecuador

Adam Smith para muchos el padre de la economía sostenía que el éxito del vecino nos agradaba, pero si este llegaba a ser muy, muy importante el agrado pasaba a convertirse en envidia. Ahora bien, en aras de desembarazarnos de ideas que mantienen anclado nuestro progreso, es necesario entender esta fuerza impulsora del accionar humano.

Las ganancias mis estimados lectores, tienen un papel fundamental dentro de la coordinación económica: organizan la actividad productiva y orientan el uso de los escasos recursos de una sociedad. También es importante entender que, lejos de ser un fin en sí mismas, son el medio que permite satisfacer nuestras necesidades. Aquí un detalle importantísimo: por definición, las necesidades son infinitas. Por tanto, la búsqueda de ganancias que permitan satisfacerlas es, en pocas palabras, inagotable.

Antes de proseguir, hagamos una aclaración necesaria: no solo buscamos ganancias monetarias. La definición de ganancia, de hecho, es enteramente subjetiva. Gano al hacer amigos, al ayudar al prójimo, al entablar una relación sentimental. Es decir, no siempre es la búsqueda de el incremento monetario de nuestra posición. Segundo punto importante, no existe actuación humana que no se vea motivada por el ánimo de mejora personal. Actúo porque presupongo que la acción realizada, permitirá mejorar mi situación actual, de lo contrario no lo hago. Esto último nos los enseñaba Ludwig von Mises en su famoso tratado de economía llamado: La acción humana. Es decir, la acción humana, es impulsada por el ánimo de mejora, es decir, por la intención de “ganancia” esperada, resultado de la acción emprendida.

De hecho, (las ganancias) resuelven uno de los problemas más intrigantes de la ciencia económica, ¿qué hacer con los recursos escasos? En efecto, el papel fundamental que juegan las ganancias dentro de una sociedad es el de señalar que quien las obtiene, es quien hace las cosas bien, y por tal razón las personas han decidido de forma descentralizada “premiar” dicha conducta.

La riqueza obtenida por los empresarios no es otra cosa que el reconocimiento de las personas, por hacer un uso adecuado de los recursos escasos antes mencionados. De esta manera, no son los estados, ni la planificación central, sino más bien los individuos los que con “este reconocimiento” determinan que producir, cómo producir, para quién producir, y de qué manera.

Así que, la próxima ves que te enojes con quienes se ven motivados por el famoso “ánimo de lucro”, toma en consideración lo que has leído en este momento.

Seguimos conversando.

Más relacionadas