
Guayaquil, Ecuador
Ahora que se ha tomado la difícil pero acertada decisión de eliminar el subsidio al diésel, hay que destacar el por qué es importante para una economía sincerar los precios para que reflejen la realidad de lo que sucede en el mercado sin intervenciones ni regulaciones.
Es falso que los precios se basan en el costo de producción o en la cantidad de trabajo necesario para producir como asume la teoría del valor-trabajo. Más bien, los precios se determinan a través de la interacción voluntaria de individuos en el mercado, quienes valoran los bienes y servicios según la utilidad subjetiva y la escasez. De esta forma, podemos tomar decisiones sobre dónde comprar, vender e invertir de forma eficiente.
Los precios son el resultado de estas valoraciones individuales y de un proceso social dinámico impulsado por la función empresarial que actúan como un sistema de información para productores, consumidores e intermediarios, que permiten asignar los recursos sin necesidad de intervención estatal ni cálculos objetivos.
Cualquier intervención en los precios como son los subsidios, fijación de precios de sustentación, controles contra la especulación y precios máximos no hacen más que distorsionar la información del mercado.
Cuando los precios se imponen coactivamente por debajo de lo que costaría en condiciones normales de mercado puede llevar el producto a la escasez y mercados negros, arruinando a los productores por no poder ganar lo que realmente deberían, esto desincentiva la inversión y producción. Del lado de los consumidores, les otorga incentivos para consumir más de lo que realmente deberían, haciendo que los recursos terminen mal asignados, esto es justamente lo que estaba pasando en nuestro país con el subsidio.
En cambio, cuando los precios se imponen por encima de lo que deberían costar, hace creer a los productores que dicho sector es rentable y que deben seguir invirtiendo, aunque realmente no lo sea y se vuelven dependientes de los privilegios del Estado para sobrevivir, esto provoca una sobreoferta de producto haciendo bajar todavía más los precios. Por otro lado, los consumidores se ven impedidos de consumir en la cantidad que hubiesen querido, disminuyendo la demanda del mismo y encareciendo el costo de vida artificialmente.

El sinceramiento de precios implica liberar al mercado de esas distorsiones para que los precios vuelvan a cumplir su función natural: transmitir información veraz sobre la oferta y la demanda. Solo así pueden tomarse decisiones eficientes que favorezcan la inversión, la innovación y el crecimiento sostenible.Sin precios reales de mercado, la economía se desorienta; con precios libres, la economía respira y se ordena sola