
Andrés Cárdenas Matute
Quito, Ecuador
Desde tiempos inmemoriales, allí donde el hombre se ha encontrado con lo inexplicable, con lo que no se puede comprender, con lo desconocido, allí surge el mito. Algo similar ocurre con el cine de Carla Simón. Allí donde falta historia familiar, donde no hay relato, allí, especialmente en la ausencia de sus padres, es en donde surge su obra. Se dice que con “Romería” (2025), película que cerró el último Festival Internacional de Cine de Quito, se cierra también el ciclo de películas autobiográficas de la autora, que había iniciado con “Verano 1993” (2017) y continuado con “Alcarrás” (2022). Esta vez se nos cuenta la historia de Marina, una chica de dieciocho años que viaja a Vigo, ciudad de donde era su madre y que falleció cuando ella era pequeña. Marina necesita que sus abuelos maternos, a quienes no conoce, declaren que ella es efectivamente su nieta, ya que requiere de este documento para acceder a una beca universitaria. Pero ese viaje es, sobre todo, el viaje hacia el pasado de sus padres, hacia las amistades y tensiones familiares que ni el tiempo ni la muerte han hecho desaparecer. Lo más notable de la película –más allá de ese estilo realista bastante bazineano en gran parte del filme– es la manera en la que, gracias a la planificación del guión, se va filtrando la verdadera historia familiar a través de pequeñas rendijas por aquí y por allá: una confidencia murmurada en secreto, algo escuchado detrás de una puerta, una confesión suscitada por el alcohol. Así se va iluminando el pasado de manera confusa pero resuelta en una familia que, como otras en aquella Galicia de segunda mitad del siglo XX, quiso esconder bajo la alfombra a sus miembros atrapados por la heroína y el sida. Simón, como varias cineastas españolas de su generación, filma con gran delicadeza, como si al tejer su pasado –al hacer cine– quisiera simplemente mostrarnos la perplejidad frente a lo que nos precede, sin afanes moralistas ni de venganza. Por eso Marina lleva siempre una cámara en mano y busca la beca para estudiar cine: porque tiene que narrarse un pasado, tiene que descubrir a sus padres. Marina necesita filmar para llenar ese vacío en su corazón.
