Good boy y el legado de Perro semihundido de Goya

Fotograma tomado de Leonberg, B. (Director). (2025). Good Boy [Película]. Estados Unidos: Independiente. Microsoft Copilot. (2025). Perro semihundido en estilo impresionista [Imagen generada con inteligencia artificial]. Copilot.

Jorge Esteban Ponce Tarré

Quito, Ecuador

Francisco de Goya y Lucientes, el pintor español de los siglos XVIII y XIX, marcó un punto de inflexión en la historia del arte al romper con las convenciones académicas, erigiéndose como un precursor de la modernidad. Su obra Perro semihundido (1820–1823), que forma parte de las Pinturas negras, presenta una imagen minimalista de un can parcialmente sumergido en una masa oscura, posiblemente arenas movedizas, cuya mirada se dirige hacia aves apenas perceptibles, según lo reveló una fotografía que data de 1874.

Con este contraste entre la vulnerabilidad del animal y el vasto vacío, el artista buscó simbolizar el abandono y el desamparo, que luego fue interpretado como una alegoría de la lucha humana frente a la adversidad en el opresivo régimen de Fernando VII.

La intensidad psicológica del cuadro refleja el tormento de Goya y la opresión política de la España de los 1820, como también su propia enfermedad. En este sentido, esta obra trascendió la pintura, conectando con el cine de terror contemporáneo, como se puede apreciar en la película Good Boy (2025), dirigida por Ben Leonberg. En la cinta, la mirada de una mascota explora lo perturbador y lo profundamente humano, consolidando la influencia de Goya en el presente.

Del lienzo al celuloide

El pintor aragonés anticipó el terror modernocon obras como El sueño de la razón produce monstruos (1799), parte de la colección de grabados Los Caprichos, haciendo una crítica a la irracionalidad que advierte sobre los horrores desatados cuando la razón cede ante los instintos oscuros. Este mensaje, relevante en contextos históricos como las guerras mundiales o fenómenos actuales como la desinformación, ha inspirado al cine, desde el expresionismo alemán hasta las distopías modernas.

En esta línea, el cuadro Perro semihundido, impregnado de lo sublime terrorífico teorizado por Kant y Burke, encuentra varios paralelismos en representaciones actuales  de canes en el cine. En La profecía (1976), los Rottweilers mutan en guardianes demoníacos; en La cosa (1982), un Husky revela su naturaleza alienígena; y en Cujo (1983), un San Bernardo se transforma en una bestia rabiosa. Todas estas narrativas reflejan temores contemporáneos como la desconfianza y la fragilidad de la normalidad, inquietudes que Goya anticipó, prefigurando de esta forma las ansiedades modernas.

Good Boy, una actualización del horror de Goya

De ahí que en la cinta Good Boy la perspectiva minimalista del genio español se reinterprete en un contexto pospandémico. La película narra la historia de un perro leal y su dueño en una casa rural embrujada por fuerzas sobrenaturales. Al igual que en la pieza magistral del aragonés, el can actúa como testigo pasivo de ciertos temores invisibles, representando el miedo a lo desconocido y la muerte.

Cuando una mascota fija su mirada y ladra al vacío, despierta un miedo primigenio que evoca las creencias de culturas ancestrales. En vista de ello, se da una conexión que se enriquece con el simbolismo ancestral de los perros como custodios del alma, presente en mitologías como la egipcia (Anubis), la celta (guardianes de fronteras espirituales) y la maya (compañeros en Xibalbá). Dentro de este contexto, el largometraje utiliza la mirada del perro para crear una atmósfera opresiva que evoca el vacío goyesco. Fiel a sus influencias artísticas, Good Boy con su minimalismo visual consigue una tensión sublime que captura el desamparo existencial.

En tal grado se observa cómo la influencia de Goya en la película de Leonberg conecta el arte del siglo XIX con el cine contemporáneo a través de temas eternos como el abandonoy lo sobrenatural. En un mundo postcoronavirus, donde el aislamiento y el miedo a la muerte están presentes, este filme actualiza el horror de Goya mediante tecnología cinematográfica, con planos subjetivos desde la perspectiva de la mascota y efectos inmersivos que transforman el vacío simbólico de Perro semihundidoen una experiencia sensorial que amplifica la angustia psicológica. Esta fusión de minimalismo emocional y herramientas modernas crea una narrativa que refleja la vulnerabilidad colectiva de nuestra era, conectando la pintura histórica con el terror psicológico actual.

La pintura de Goya actúa como una semilla de horror visual que florece en el cine de terror, culminando en innovaciones como el filme de 2025. Desde el siglo XIX, Goya capturó la angustia existencial y el miedo a lo desconocido, temas que el cine reinterpreta para reflejar las ansiedades modernas. Good Boy hereda esta tradición, integrando tecnología cinematográfica y simbolismo ancestral para transformar la mirada de un perro en un vehículo de terror anímico. El arte, ya sea en la pintura o en la pantalla grande, explora el miedo a través de lo cotidiano, invitando a una apreciación interdisciplinaria que une épocas y medios, recordándonos que el terror refleja la fragilidad de la condición humana.

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