La ex primera dama estadounidense Michelle Obama (2009-2017), que en noviembre publicará un libro, ‘The Look’, en el que analiza su evolución estilística desde que estuvo por primera vez en el ojo público, asegura que casi una década después de haber salido de la Casa Blanca está en su mejor momento.
«Mis hijas ya son adultas e independientes; están sanas y felices. Mi marido está muy bien. Somos el expresidente y la ex primera dama y siento que esta es la primera vez en mi vida en la que, cuando digo o hago algo -ya sea en esta entrevista o al escribir este libro- estas son mis decisiones. Eso es liberador», dijo a la revista People en una entrevista.
Michelle Obama, que en enero cumplirá 62, asegura que se cuida, pero que no se estresa por el paso de los años.
«No me estreso por mis canas, ¡pero sí las tiño! Mi madre -Marian Robinson- era igual. Se teñía el pelo hasta el día en que murió. Yo realmente no hago mucho más. Por suerte, la piel negra no envejece tan rápido, pero mi salud siempre ha sido lo más importante: lo que como, hacer ejercicio, las visitas regulares al médico, todas esas cosas que me permiten disfrutar de este momento», apuntó.
La mujer de Barack Obama, con el que se casó en 1992 y tienes dos hijas, recalcó que abandonar el poder le permitió apostar por elecciones estilísticas limitadas por su anterior rol, como las trenzas.
Durante su tiempo en la Casa Blanca no estaba segura de que el país estuviera preparado para ello.
«La Ley Crown -que protege a empleados y estudiantes contra la discriminación racial por el cabello- aún no se había aprobado, y, al igual que en la moda, no quería que mi pelo se convirtiera en una distracción, pero entendía la importancia de llevar trenzas para la presentación de nuestro retrato. Quería enviar un mensaje, aportar al discurso sobre las mujeres negras en puestos de poder, diciendo: ‘Esta también es una forma adecuada y hermosa de llevar tu pelo'».
Las críticas que tanto ella como el entonces mandatario demócrata recibieron por algunas de sus elecciones, como el traje marrón de Barack, le parecen pura hipocresía.
«Lo tomé por lo que era: pura hipocresía. Podría sacar fotos de Jackie O en un segundo y ver a esta ícono de la moda con vestidos sin mangas como primera dama. Así que, en cierto momento, uno piensa: ‘Ah, esto es política. Si no puedes vencerlos, haz que le tengan miedo’. Ese era el lema».
Pese a ello, dijo tomarse su papel consciente del impacto que tenían sus apariciones.
«Sabes que se supone que debes ser inspiradora, pero accesible. Debes ser genuinamente tú, pero al mismo tiempo representativa. Y como mujer negra, sentí que tenía que asegurarme de que la gente pudiera ver mi lado femenino. (…) No sentí que fuera un esfuerzo hacerlo, porque, primero, respetaba el puesto. Tomé muy en serio mi rol. Era una persona famosa, pero no una estrella de cine. Por eso, la ropa nunca podía hablar más fuerte que lo que yo tenía que decir», concluyó. EFE (I)
