Un poco de conciencia, por favor

Emilio H. Morocho Abad

Guayaquil, Ecuador

Pasaron ya varios días desde que el jefe de Estado diga sin vacilar que la Isla de Baltra sería un excelente lugar para ubicar una base militar. Sus defensores han sustentado esto en el control que traería a la pesca ilegal, pero, ¿Una reserva natural, no dejaría de ser reserva si en ella se instala un asentamiento? Ya vendrán algunos a decir que no dejaría de serlo, porque en ese caso las islas que componen el archipiélago no podrían ser habitadas, o que parques nacionales como el Cajas no podría tener un sector hotelero tan desarrollado como el que tiene, pero queridos lectores, ¿conocemos la diferencia de la explotación del suelo entre un hotel y un destacamento militar?

Este artículo, no solo es una crítica, sino un llamado a la conciencia, aquella que parece haberse extinguido, o cambiado por la demagogia. 

Los días pasan, y cada vez más me convenzo que tengo de jefe de Estado a un excelente candidato –por si acaso algunos no se emocionen que la posición de candidato debería ser siempre temporal- porque sus declaraciones son agradables a su electorado, pero a ciencia cierta, son desfavorables a la realidad. El instaurar una base militar en nuestro mayor patrimonio bajo la consigna de que hace muchos años ya hubo una, es como decir, que sabiendo que una casa sobrevivió a un incendio, puede sobrevivir a otro.

La conciencia para gobernar no debe ser un adorno en los discursos de campaña, sino que debe ser un ideal en el devenir diario de la gestión, debe ser entonces política de Estado. Redactando estas líneas vienen a mi mente cuando un gran gobernante, Sir Winston Churchill dijo: “El político gobierna pensando en la próxima elección, el estadista lo hace pensando en la próxima generación”. Y es que resulta lógico, más aun en los tiempos actuales, cuando buscando la aprobación que parece haber perdido, se emite el comentario que solo alegra a aquellos que viven el hoy olvidándose del mañana.

Y esto es sencillo, revisemos la historia y veamos qué base militar es amigable al medio ambiente, créanme que la investigación será súper corta, y si así es difícil, busquen ahora qué base militar fue amigable al medio ambiente y aparte instaurada en un patrimonio mundial. Es entonces cuando resulta increíble el tener que decir, que aquí se juega el todo por el todo. Ya no importan las generaciones, ya no importa la reserva natural, ya no importa nada, porque ahora todo ello fue cambiado por votos y poder.

Este artículo no profundizará en la situación de Baltra, solo lo expone como muestra de lo máximo a lo que se puede llegar cuando de atraer poder y captar votos se trata. Es entonces que antes de las elecciones de Consulta Popular y Referéndum les menciono lo siguiente: es momento de alzar aún más la voz, con el único medio que nos queda, el voto popular. Abandonemos los modelos que quieren someternos a la cuenta por pagar de sus intereses, y adoptemos la vía del progreso en libertad junto a la conciencia política, esta que no es más que gobernar pensando en el futuro, y todo aquello que nos aleje de esta consigna debe ser respondido con un claro NO. 

Esto no es solo por Baltra, es por sus especies, es por su suelo, es por la historia que carga, que a la vez son las especies, el suelo y la historia del Ecuador. Mancillar una reserva natural no debe ser opción, el justificarlo no debe ser razón, y el aceptarlo no deja de ser traición. Las bases militares extranjeras cumplen una función cuando son bien entendidas, pero cuando son utilizadas priorizando intereses foráneos y no internos, hacen el mismo daño que el no tenerlas. Con esto lo digo claro, prefiero NO tener bases militares extranjeras si esto es a costa de que se instalen en nuestras reservas naturales. Queridos lectores, un poco de conciencia por favor.

Finalizo con la misma frase que termine el anterior artículo: NO estamos en capacidad de permitirle cambiar las reglas del juego a alguien que claramente demostró no saber jugarlo.

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