Tres lecciones derivadas de la Consulta Popular

Guayaquil, domingo 16 de noviembre del 2025. Militantes de la UNE realizaron una caravana para festejar el triunfo del NO en la Consulta Popular y Referéndum del 2025. Fotos: Alejandro Baque/ API.

Joselo Andrade

Guayaquil, Ecuador

Pasadas ya las primeras impresiones, casi por definición carentes de perspectiva y las sorpresas que pudieron haber causado los resultados de la consulta, y sin dejar además de reconocer que una vez más perdimos la oportunidad (con las complejidades del caso) de corregir algunos de los grandes problemas del país. No quería dejar de compartir con ustedes las lecciones que este proceso nos dio.

La primera: una parte importante del país no ha comprado el mensaje reiterado del gobierno nacional de que nos encontramos ante un “Nuevo Ecuador”. Aunque para muchos hoy se combate con mayor firmeza la delincuencia, los resultados distan de ser satisfactorios, y lo que es peor, para gran parte de la población continuamos viviendo en el país de siempre. En éste, lamentablemente, las cosas no han cambiado, y las otras preocupaciones ecuatorianas más allá de la permanente inseguridad, siguen sin resolverse.

En este sentido, lejos de repetir a quienes viven una realidad diferente del eslogan del gobierno, que estamos ante un nuevo Ecuador, se debería con más humildad indicar que cambiar las cosas toma tiempo, que nuestro país tiene desafíos importantes y que todos juntos tenemos que sacar al país adelante. Dejando de lado el estribillo que supone que estamos ante “un país diferente”.

La segunda: Tengo la impresión de que el fracaso general de la consulta estriba en “organizar” sin querer queriendo, a todos los intereses contrarios al cambio, de manera tal que éstos terminen presentando una suerte de frente común.

¿A qué me refiero? Las preguntas indicaban claramente a grupúsculos de intereses diversos y concretos que su parcela estaba en peligro. A los políticos les gritaba que el fin de la “actividad política” como “modo de vida” estaba a vísperas de sufrir un giro copernicano. A quienes estaban situados bajo el paraguas de los sectores estratégicos, les indicaba que todo podía llegar a cambiar, a los ecologistas que “los derechos de la naturaleza” podían estar en peligro, a los socialistas que íbamos tras una de las joyas de la corona del socialismo del siglo XXI (su constitución), a los del consejo de participación ciudadana que se los iban a cargar, y un largo etc. De forma tal que sin que fuese la intención, se terminó organizándolos para que opongan resistencia.

Ahora bien, dado que es necesario insistir en la necesidad de las reformas, cabe reflexionar sobre una tercera lección derivada de este proceso. En el Ecuador es necesario comprender las causas de nuestro atraso relativo, y una vez entendidas sus causas, pasar por un largo proceso de divulgación que explique al ciudadano ¿por qué razón crecen y prosperan las naciones?

La pregunta puede parecer tan compleja como queramos, pero tiene respuesta. La hayamos a grandes trazos dentro del amplio mundo de las libertades políticas, y sobre todo “las económicas”. Las naciones que han logrado prosperar han gozado de la libertad suficiente para poder emprender la trayectoria que sus ciudadanos determinan, no la que los estados y su burocracia trazan. A más libertad económica, mayor crecimiento económico y prosperidad. En esto último, tan importante como saber que existe una “receta” es que la gente conozca de ella.

La parte divulgativa es fundamental. Utilicemos como ejemplo el milagro económico chileno. No solo fueron las ideas adecuadas, ni tener a la mano el famoso ladrillo (conjunto de reformas elaborado por los chicago boys) lo que dio lugar a que se cambie el curso de su historia. A la gente se le explicó una y otra vez la razón de las reformas.

Es decir, cualquier proceso de cambios debe necesariamente ir aparejado de una adecuada explicación y divulgación. Sin comprensión o justificación, las reformas no son compradas por la gente. Se trata de una especie de proceso educativo pedagógico que, en cierto modo, jamás debe terminar.

Seguimos conversando.

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