En un paso descrito como el más firme en la historia del país contra las organizaciones transfronterizas, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa anunció la clasificación del grupo de los Hermanos Musulmanes como «organización terrorista», considerándolo una amenaza directa para la seguridad nacional y para los civiles dentro de Ecuador.
La decisión, que tomó la forma de un decreto ejecutivo emitido el martes, representa el primer movimiento de este tipo en América Latina contra el grupo que enfrenta una ola creciente de presiones internacionales.
Según el decreto emitido por la Presidencia, Noboa encargó al Centro Nacional de Inteligencia analizar el alcance de la influencia del grupo dentro del país, determinar el alcance de sus actividades y clasificarlo entre los grupos armados organizados reconocidos oficialmente, abriendo la puerta a la coordinación con agencias de inteligencia internacionales cuando sea necesario.
El presidente explicó que la decisión se basa en un informe de inteligencia secreto que sugiere la implicación del grupo en actividades consideradas una amenaza para la soberanía del Estado, sin entrar en detalles adicionales.
Contexto de seguridad tenso
Este movimiento llega en medio de una situación interna compleja, donde el gobierno declaró desde 2024 un estado de «conflicto armado interno», impulsado por el crecimiento de la influencia de las bandas de crimen organizado en el país.
La lista de clasificación ecuatoriana de grupos terroristas incluye organizaciones como la regional «Tren de Aragua», además de Hamás, Hezbolá y la «Banda del Sol». Y en mayo pasado, Noboa había expresado su preocupación por una «influencia potencial» del grupo a través de operaciones o ataques que podrían dirigirse al país.
El nuevo decreto otorga a las agencias de inteligencia poderes ampliados para cooperar con redes de seguridad internacionales con el fin de enfrentar amenazas potenciales, y la decisión entrará en vigor inmediatamente después de su publicación en el Registro Oficial.

Eco de la decisión en Washington: Presiones crecientes para adoptar la clasificación
En paralelo con el paso ecuatoriano, la capital estadounidense está presenciando un debate creciente sobre el futuro del manejo del grupo de los Hermanos Musulmanes. Después de años de vacilación, el expediente de clasificar al grupo como «organización terrorista global» ha regresado con fuerza a la vanguardia, respaldado por una amplia red de centros de investigación y lobbies de presión de derecha.
En las últimas semanas, el estado de Texas sorprendió a los círculos políticos al incluir a los Hermanos Musulmanes en las listas de terrorismo locales, coincidiendo con un paso similar contra una de las organizaciones islámicas más prominentes en Estados Unidos.
Y no pasaron días antes de que el presidente Donald Trump diera órdenes a su equipo para estudiar la clasificación de las ramas del grupo en Egipto, Jordania y Líbano como organizaciones terroristas extranjeras, según informes publicados por la revista Responsible Statecraft.
En el Congreso, el Comité de Asuntos Exteriores se prepara para discutir un proyecto de ley que obliga a la administración federal a clasificar todas las entidades asociadas al grupo en todo el mundo como organizaciones terroristas. Este impulso está liderado por el representante republicano Mario Díaz-Balart, quien cuenta con el apoyo de figuras influyentes, entre ellas Sebastian Gorka, asesor de contraterrorismo en la administración Trump, conocido por sus posiciones duras hacia el grupo.
Escena internacional más compleja
La decisión ecuatoriana se cruza con una tendencia internacional creciente para reevaluar el estatus de los Hermanos Musulmanes, en medio de una división entre instituciones de seguridad que ven en las medidas estrictas una necesidad para disuadir amenazas, y otras que advierten que la clasificación podría llevar a reacciones contraproducentes y aumentar la intensidad del extremismo.
Mientras varias capitales monitorean este desarrollo sin precedentes en América Latina, observadores esperan que la decisión abra la puerta a un debate más amplio sobre el futuro del grupo y sus redes, en un contexto internacional que presencia cambios rápidos en las prioridades de seguridad nacional y la lucha contra el terrorismo.
