Jimmy Lai, un obrero textil devenido en magnate mediático y fundador del desaparecido rotativo Apple Daily, fue declarado este lunes culpable de «conspiración para coludirse con fuerzas extranjeras» y de «conspiración para publicar material sedicioso».
El caso se ha convertido en símbolo del rumbo político de Hong Kong y podría acarrearle la cadena perpetua.
Nacido en 1947 en Cantón, Lai llegó a Hong Kong siendo un niño y comenzó a trabajar en una fábrica textil, donde ascendió a gerente antes de emprender su propio negocio.
Trayectoria empresarial
En 1981 fundó la cadena de ropa Giordano, que se expandió por Asia y otros mercados, aunque a comienzos de los años noventa comenzó a volcarse en los medios.
El primer paso fue en 1990, cuando fundó una empresa de medios con la que lanzó Next Magazine, que desde sus inicios criticó a Pekín, combinando el sensacionalismo con análisis políticos y económicos.
Cinco años después, a medida que se acercaba la devolución de Hong Kong a China en 1997, creó Apple Daily, un rotativo que rápidamente ganó popularidad y se convirtió en el segundo más leído en el territorio.
Apple Daily no solo reflejó las preocupaciones de la sociedad hongkonesa en un momento de transición política, sino que también desempeñó un papel crucial en la promoción de la agenda prodemocrática, consolidándose como un bastión de la prensa libre en una región cada vez más vigilada por Pekín.
No obstante, la represión de las protestas en la plaza de Tiananmen en 1989 marcó un punto de inflexión para Lai, quien decidió utilizar su riqueza para exigir responsabilidades al Gobierno chino, según relató.
Protestas en Hong Kong
Las multitudinarias manifestaciones antigubernamentales de 2019 en Hong Kong, convocadas inicialmente contra un proyecto de ley de extradición, situaron a Lai en el centro del debate público.
Apple Daily dio amplia cobertura a las marchas y adoptó una línea editorial crítica con las autoridades de Hong Kong y con Pekín.
Según la acusación, el diario publicó artículos que alentaron la movilización y formaron parte de una supuesta estrategia para promover sanciones internacionales contra la ciudad y el Gobierno central. La Fiscalía sostuvo además que Lai actuó como apoyo de iniciativas de presión exterior vinculadas al activismo hongkonés.
La defensa replicó que las piezas periodísticas se enmarcaban en el derecho a la libertad de expresión, negando que constituyeran incitación a la sedición o prueba de coordinación con terceros.
La Ley de Seguridad Nacional
La entrada en vigor de la Ley de Seguridad Nacional (LSN) en 2020 estrechó su horizonte judicial y transformó el entorno mediático y político de la ciudad.
Lai definió la normativa, impuesta por Pekín tras las multitudinarias protestas, como «la sentencia de muerte para Hong Kong».
La ley ha concitado la condena internacional porque criminaliza la disidencia y la colaboración con «agentes extranjeros» en asuntos relacionados con derechos humanos.
En los meses siguientes, Lai fue detenido en varias ocasiones y su grupo editorial quedó bajo un creciente escrutinio. En junio de 2021, tras una redada policial y la congelación de activos, Apple Daily puso fin a su publicación.
Para entonces, era presentado por medios oficiales como un instigador de los disturbios de 2019, mientras que su defensa insistía en que el diario ejercía el periodismo dentro de los márgenes legales.
Desde diciembre de 2020, Lai permanece en una prisión de máxima seguridad y cumple además una condena de cinco años y nueve meses por fraude en un caso distinto.
Voces internacionales
Gobiernos y organizaciones de derechos humanos han criticado el proceso y reclamado la liberación de Lai, mientras el Reino Unido, del que también es ciudadano, ha seguido de cerca la causa.
El presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó en verano que incluyó la posible excarcelación de Lai en la agenda de las negociaciones comerciales con China, que ha rechazado las críticas y las ha calificado de injerencia en asuntos internos.
La sentencia se conocerá en enero y, de imponérsele la pena máxima, Lai, de 78 años, podría pasar el resto de su vida en prisión. EFE (I)
