Ecuador debe aumentar árboles en ciudades para evitar inundaciones, según experto español

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Ecuador enfrentará en los próximos años un aumento tanto de la temperatura como de la pluviometría, un escenario que incrementará la frecuencia de tormentas intensas capaces de provocar inundaciones en zonas bajas, advierte el ingeniero agrícola español Mariano Sánchez García. Según el experto, esta situación solo podrá mitigarse mediante el desarrollo de bosque urbano, ya que las raíces de los árboles ayudan a estabilizar el suelo y a reducir la escorrentía.

Sánchez García, quien hasta hace poco dirigió la Unidad de Jardinería y Arbolado del Real Jardín Botánico de Madrid (RJB-CSIC), acaba de regresar de Ecuador, donde impartió el curso Diseñando la ciudad arbolada en el Jardín Botánico de Quito y a técnicos municipales de otras localidades del país.

La capacitación se realizó en el marco del programa de Capacitación para el Desarrollo en el Sector Cultural (ACERCA) de la Cooperación Española, gestionado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Embajada de España en Ecuador. El curso abordó aspectos clave de la arboricultura urbana, como la gestión del arbolado, la selección de especies adecuadas, el impacto del cambio climático, los criterios para elegir plantas en viveros, las técnicas de plantación, la conservación y la evaluación de riesgos.

El especialista subraya la importancia de anticiparse a los efectos del cambio climático. En Ecuador, explica, las proyecciones meteorológicas no solo apuntan a un incremento de las temperaturas, sino también de las lluvias. “Es necesario prepararse para tormentas fuertes, para evitar que el agua termine en las calles e inunde los barrios bajos. Eso solo se puede lograr con bosque urbano, que permita que las raíces sujeten el suelo”, señala.

Sánchez García advierte que, con episodios de lluvias intensas —como los que ya comienzan a registrarse—, el suelo superficial se erosiona y es arrastrado hacia las zonas más bajas, agravando el riesgo de inundaciones y aludes. Esta situación resulta especialmente crítica en un país atravesado por la cordillera de los Andes, donde ciudades como Quito se ubican a más de 2.800 metros sobre el nivel del mar y muchos barrios se asientan en laderas de montañas o volcanes.

El experto, también presidente de la Asociación Española de Arboricultura y codirector del Máster de Arboricultura de la Universidad Complutense de Madrid, compara este escenario con el de España, donde el aumento de las temperaturas y la reducción de la humedad han obligado a replantear el uso de especies arbóreas. “Algunas especies autóctonas no van a resistir ni adaptarse en el futuro, por lo que es necesario introducir especies alóctonas más resistentes a temperaturas medias elevadas”, explica.

En este contexto, menciona la fórmula 3-30-300, impulsada por el profesor Cecil Konijnendijk, que propone que cada persona pueda ver al menos tres árboles desde su vivienda, que los barrios cuenten con un 30 % de cobertura vegetal y que exista un espacio verde a no más de 300 metros de distancia.

En Ecuador, señala Sánchez García, ya se han dado algunos pasos en esa dirección, aunque aún queda mucho por mejorar, especialmente en la producción de plantas en viveros. Muchas llegan con raíces espiralizadas —enrolladas dentro de la maceta—, lo que dificulta su crecimiento y estabilidad. “Si no cambia la producción, es muy difícil lograr un buen arbolado urbano”, advierte.

Pese a ello, el especialista destaca que existe conciencia sobre la importancia del arbolado como un factor clave para la resiliencia urbana frente al cambio climático. EFE

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