Claudia Piñeiro: «es imposible no contar la Argentina»

Foto LaRepublica.ec

Guayaquil.- Con motivo de la Feria Internacional del Libro 2015 «Guayaquil es mi destino para leer y crecer», la escritora Claudia Piñeiro (Burzaco, Argentina, 1960) visitó Guayaquil y LaRepública tuvo el agrado de conversar con ella.

Claudia es contadora de profesión, escritora, dramaturga y guionista de televisión. Ha publicado con mucho éxito novelas como «Las viudas de los jueves» (2005), «Elena sabe»(2007), «Las grietas de Jara» (2009), «Una suerte pequeña»(2015). Vive a 50 kilómetros de Buenos Aires, con su pareja actual y sus tres hijos, dos varones de 21 y 19 años, y una chica de 17.

Conversamos en Expoplaza, donde se desarrolló la Feria del Libro. Ella habla vertiginosamente, sin perder ilación un sólo instante, con mucha seguridad y exactitud. Sus modales son suaves y amables, y de sus ojos azules emana una cierta dulzura.

LR: Eres contadora, guionista, dramaturga, escritora, ¿cómo se puede ser tantas cosas al mismo tiempo?

CP: Fui contadora, ya no lo soy. Y ya no trabajo más de guionista, porque es un trabajo que te demanda muchísimas horas. No es que trabajo ahora de contadora y guionista, no es que hago todo junto. Lo que pasa es que lo de contadora comenzó cuando terminé el colegio secundario. Yo no me imaginaba como escritora porque en mi familia no había gente que tuviera que ver con la escritura, entonces era como otro el concepto de cómo elegir una carrera para mí. Yo quería estudiar sociología, lo que yo te digo es que yo escribo literatura, pero casi todas mis novelas tienen una mirada sociológica. Y ese año 78 la dictadura militar en Argentina cerró todas las carreras humanísticas, incluyendo sociología en la universidad pública, cerró todo, entonces, hubo que elegir entre lo que había, y mi papá y mi mamá habían empezado a estudiar ciencias económicas y no se habían recibido, y a mi también me gustaba la matemática, y el examen de ingreso era de matemáticas y de historia,  y bueno… estudié ciencias económicas. Un poco la casualidad de mi vida fue las ciencias económicas. A pesar de todo, como me gusta mucho estudiar, me recibí muy pronto, con el mejor promedio de la universidad porque me gusta estudiar y aprender, pero fue casual ser contadora.

LR: Y te hiciste escritora por una convocatoria para un concurso de novela que leíste mientras viajabas en un avión.

CL: «Sí, allí vi una convocatoria de editorial Tusquet que decía concurso de novela, y yo pedí licencia en el trabajo y me pongo a escribir esta novela, porque era como que me sentía mal por pasar tantas horas dedicada a la contabilidad, cuando lo que yo quería era escribir. Y pedí las bases para escribir la novela y en Tusquets me enteré de que era un concurso de novela erótica que se llamaba «La sonrisa vertical», porque el dibujo alude al sexo femenino. Y presenté esa novela y terminé entre las finalistas, y ese fue el primer espejo que me mostró que podía yo ser escritora. Como que, ‘si yo me empeño, si pongo esfuerzo, si estudio, si aprendo, a lo mejor puedo hacer algo con todo esto’, porque si la primera novela que escribo la mando a un concurso y tuve la suerte de estar en las finalistas, eso quiere decir que hay algo que puedo allí explotar».

«Y a partir de allí, empecé a buscar actividades que me acercaran a la escritura y que me permitieran trabajar, porque uno no puede decir, ‘dejo todo y me dedico a escribir’, uno tiene que pagar la luz a fin de mes, llenar la heladera, etc, Entonces empecé a aprender guión para poder trabajar en algo más cercano  a la escritura, y empecé a trabajar en revistas y como guionista de televisión. Y ya no trabajé nunca más como contadora».

«Entre medio publiqué algunas cosas, porque yo gané el Premio de Literatura Infantil y Juvenil Fundalectura-Norma de Colombia. Pero el gran paso fue ganar el Premio Clarín Alfaguara de Novela 2005, a partir de allí, todas las otras novelas que escribí tuve la posibilidad de publicarlas, porque ya tuve una cantidad de lectores que las editoriales dicen: ‘bueno, esta persona me interesa publicarla’, porque antes no me conocía nadie. Porque, por lo menos en Argentina, yo conozco más gente que escribe, que gente que lee, casi. Es imposible, pero todo el mundo te dice que está escribiendo. Ahora, después cuando vas con tus escritos a las editoriales es muy difícil publicar, no es tan fácil».

Foto: mercadolibre.com.ar
Foto: mercadolibre.com.ar

LR: En tus novelas siempre está presente Argentina. ¿Todo arte es autobigráfico?

CP: A mi me interesa sacar a mis personajes a la calle donde yo vivo. Ahora, eso no quiere decir que alguna vez no escriba de otra cosa, pero me cuesta mucho más, me es más fácil poner a los personajes haciendo las cosas que yo hago y pasando por los sitios por donde yo paso. Es imposible no contar la Argentina, si mis personajes viven en la Argentina. Todas mis novelas además están muy ligadas al tiempo presente, la única que no es «Un comunista en calzoncillos», que ocurre en el período donde la Argentina pasa de la democracia a la dictadura, pero todas las demás transcurren casi en el mismo tiempo en que las estoy escribiendo».

LR: ¿Cualés son tus planes ahora?

CP: Después  de terminar mi última novela «Una suerte pequeña», que se presentó en mayo en la Feria del Libro, tenía un dilema. Yo siempre trabajo a partir de imágenes disparadoras, aparece una imagen, me queda en la cabeza y a partir de esta imagen empiezo a pensar quiénes son esos personajes, y por ejemplo en el caso de «Una suerte pequeña» la imagen era de alguien que estaba frente a una barrera de ferrocarril esperando que pase un tren, con todas las señales de que va a pasar un tren, pero el tren no pasa. Y tenía dos imágenes, esa y otra de una mujer que salía todas las mañanas al balcón de su casa y siempre encontraba excrementos de un animal, y empieza una investigación doméstica para ver donde está y quién es ese animal que la visita por la noche, y yo pensaba, bueno, ¿cual novela escribiré, la de la barrera o la del murciélago? Hasta que un día me dije: ‘no, es la misma novela’. «Una suerte pequeña» terminó teniendo las dos imágenes disparadoras,  y a partir de ahí la escribo».

«Ahora, yo había empezado a escribir una nueva aventura para Betibú y Jaime Brenan, que son  los protagonistas de «Betibú», yo nunca he escrito una saga de una novela anterior, siempre me pareció que la novela se termina y escribía otra novela, pero por algo me pareció que esos personajes tenían posibilidad de volver, y lo que me imaginé para ellos tangencialmente tenía que ver con el mundo de los servicios de inteligencia. La empecé a escribir en diciembre y en enero apareció muerto el fiscal Alberto Nisman, pensé que iba a parecer que la escribía por eso. Por otro lado, todo el día aparecían en el periódidos cosas que eran mucho más atractivas que cualquier novela que a uno se le pudiera ocurrir, entonces deje ese proyecto un poco de lado y dije ‘por el momento no’. Ahora se calmó el tema, y no sé si arrancar una nueva novela o volver a una aventura de Betibú».

LR: Me llamó la atención que leí en una entrevista tuya que una vez consultaste a una astróloga para armar un personaje.

CP: No es que para todos mis personajes, el personaje protagónico de «Una suerte pequeña» es una mujer que abandonó todo y se fue 20 años. Ella toma una decisión que no toda persona puede tomar, yo ahí creo que necesitaba componer ese personaje de alguna manera suficientemente verosímil para que alguien que no tomaría esa decisión entienda porqué ese personaje la tomó, y por eso consulté con un psicólogo y con un astrólogo, porque me parece que en ese sentido la psicología y la astrología te pueden mostrar en que situaciones es probable que una mujer actúe de esa manera, que planetas tenía en ése momento en determinadas casas de su carta astral. Era una mujer dañada, como se dice en varias partes de la novela, que tenia un vinculo casi inexistente con su madre, ausente por una enfermedad, y, por lo tanto, a ella le cuesta construir su maternidad hacia abajo. Y justo hay una escritora amiga que es astróloga y que entendía perfectamente lo que me pasaba con el personaje y a ella le pregunté».

María Rosa Jurado

Fotos LaRepública.ec

 

 

 

 

 

Más relacionadas