Quito.- Todo gran festival de cine implica una pantalla grande, un cuarto con las luces apagadas y butacas con aficionados a la imagen. En realidad, el gran cine -ese que es como el hacha que rompe el mar de hielo que llevamos dentro, parafraseando a Kafka- es una defensa de la pantalla gigante como tiempo y espacio del arte cinematográfico.
El Festival Euro Cine 2015 empieza mañana, 1 de octubre del 2015, y se quedará en las pantallas del Ochoymedio y de Flacso Cine hasta el 1 de noviembre, con lo mejor del cine europeo de todos los tiempos.
Durante todo el mes, el público quiteño tendrá acceso a algunos de los legendarios directores europeos del cine clásico y del cine contemporáneo: Federico Fellini, Lars Von Trier, François Truffaut, Fritz Lang, Alejandro Amenabar, Manoel de Oliveira y otros. Además, el festival contará con la presencia del director francés, de origen polaco, Joseph Morder, que vivió en Guayaquil durante su infancia. Estrenará en por primera vez en salas ecuatorianas La Duquesa de Varsovia, su última película.
Además de la capital, el festival proyectará sus películas en diferentes salas de Guayaquil, Cuenca, Portoviejo, Loja y Cotacachi, en las sedes de la Alianza Francesa, Lexa, la Casa de la Cultura Ecuatoriana y Ami Cine. La programación completa del festival, que trae más de cincuenta películas, puede consultar en el portal oficial de Euro Cine 2015. En ese portal también se encuentran artículos y reseñas sobre las películas y los directores.
En la premier, por iniciativa de Mariana Andrade, se proyectó Alabama Monroe o The broken circle breakdown, del director belga Felix Van Groeningen. Una película que, por medio de música country y una fotografía sublime, cuenta la historia de una pareja que ante la pérdida de su hija de 7 años a causa del cáncer tiene que luchar por resistir y encontrar un nuevo sentido a sus vidas o despeñarse irremediablemente hacia la desolación.
Mariana Andrade, que es la directora del Ochoymedio, manifestó que el sentido de un festival de cine europeo en Americá Latina, particularmente en el Ecuador, es «romper las líneas imaginarias, las fronteras absurdas, las barreras idiomáticas», a fin de que Euroa y nuestro continente compartan un mercado amplio de sus producciones cinematográficas, en beneficio de sus públicos. «¿Puede haber mejor cine latino que el que se produce en Italia, mejor cine turco que el que se filma en Alemania?», se pregunta Andrade. La suya es una pregunta que advierte algo de enorme trascendencia: el cine pertenece en realidad a una tradición universal, es una manifestación de la experiencia humana más allá de lo geográfico o lo nacional. Es la imagen, pura y dura. Por eso, nos apasiona a todos. (I)