Meyer: «Norteamérica es violenta porque nuestra historia ha sido muy violenta»

MADRID, 08/04/2016.-El escritor estadounidense Philipp Meyer, autor de "El hijo", un relato épico sobre la historia del oeste de su país desde mediados del siglo XIX hasta los años 70 y que fue novela finalista del Premio Pulitzer, durante la entrevista con la Agencia Efe en la que ha señalado que "Sólo después de viajar y después de estudiar con profundidad la historia te das cuenta de la gran violencia que hay en Estados Unidos", hoy en Madrid. EFE/Ballesteros

Madrid, (EFE).- «Norteamérica es violenta porque nuestra historia ha sido muy violenta», asegura el escritor estadounidense Philipp Meyer, autor de «El hijo», un relato épico sobre la historia del oeste de su país desde mediados del siglo XIX hasta los años 70 y que fue novela finalista del Premio Pulitzer.

«Sólo después de viajar y después de estudiar con profundidad la historia te das cuenta de la gran violencia que hay en Estados Unidos», señala el autor en una entrevista con Efe, en la que explica que cada centímetro de su país «se ganó a punta de rifle», por parte de individuos y no por ejércitos.

«Por eso se acepta que tener un arma es importante, porque puede llegar un momento en el que la vas a necesitar», indicó Meyer (Nueva York, 1974) sobre una obra publicada en español por Random House.

«El hijo» ha sido descrita como «la gran novela americana», una historia de iniciación que explora la crueldad, el sacrificio y la ambición del Lejano Oeste, aunque para escribirla, recuerda Meyer, dejó de leer novelas y ver películas sobre el tema porque la historia, dice, «estaba basada en mentiras y era más mitología que historia».

El autor relata en tres tiempos y a través de otros tantos personajes la historia de una saga familiar que comienza con Eli McCullough, el primer nacido en la reciente República de Texas en 1836 y que funda un imperio ganadero tras convivir en su adolescencia con los apaches.

La novela llega hasta el siglo XX con la lucha que su bisnieta llevará a cabo para conservar su imperio en un mundo de hombres donde la ganadería va dejando paso al petróleo.

Entre uno y otro se encuentra Peter, hijo de Eli, que da nombre al libro y con quien el autor ha querido poner de manifiesto la «visión moderna de la mitología norteamericana» y que representa la reacción contraria a la violencia de su padre.

«Para los norteamericanos es difícil contemplar con honestidad nuestra mitología histórica», sostiene Meyer, para quien hay dos visiones políticas de la historia de Estados Unidos, «la de que los europeos que llegaron eran buenos y conquistaron con honor una tierra donde había salvajes que les atacaban y la mitología que habla de unos carniceros que trajeron la violencia a una tierra de paz: ambas son falsas» porque todos fueron igual de violentos, señala.

Por eso, indica, los norteamericanos se sienten tan cómodos en la violencia. «Es parte de nuestra cultura, de nuestra tierra», asegura.

Una historia que cuentan reescrita los vencedores y sus familias, que tienen el dinero y el poder, borrando «lo feo».

Según el escritor, la mayor parte de los hombres poderosos fueron en esa época «carniceros, asesinos y ladrones», pero como la cultura necesita héroes, sobre todo en Estados Unidos, se les pone «en un pedestal como si fueran casi dioses».

Meyer indica que, en algunas ocasiones, como en su novela, para reaccionar contra un padre violento un hijo se va al otro extremo, pero reconoce que es más común «que el hijo herede la violencia. Y luego el nieto y el bisnieto, de tal forma que pasa de generación en generación y hace falta mucho valor para plantarse ante esa cultura violenta y ante esa sociedad y decidir ser otra cosa».

Para entender la mentalidad de los que tienen que «matar a diario», el autor aprendió a cazar con arco y flecha, a abrir un animal en canal y a beber su sangre como hacían los nativos, además de entrenarse con soldados de las fuerzas especiales.

El resultado fue una obra considerada una de las mejores novelas del año 2013 por la prensa y los lectores de Estados Unidos y que, tres años después, ha sido ya traducida a 16 idiomas. EFE (I)

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