El universo onírico de Marcela Dunn

Obra de Marcela Dunn, foto Galería Mirador UCSG

Guayaquil.- «Sueños de Artemisa» es la exposición de la artista guayaquileña Marcela Dunn que se inaugura el 9 de agosto en la Galería Mirador de la Universidad Católica de Guayaquil.

La reseña sobre la obra de Marcela que hace la periodista cultural Matilde Ampuero dice: «A la mujer se le ha adjudicado, a lo largo de la historia, atributos tales como una mente intuitiva y la capacidad de nutrir cuerpo y alma, pero también un misterio insondable reconocible en los antiguos mitos y deidades como Artemisa, Hécate o Selene, nombres que cambiaron e historias que se contaron sobre la más brillante (y visible) representación de lo femenino (La Luna).»

«Si bien es cierto, que el arte ha guerreado junto al feminismo por el reconocimiento de los atributos creativos, críticos y estéticos que posee la mujer – reclamando su igualdad en todas las instancias, frente a lo masculino-, la propuesta de esta obra suave y más apegada a la imagen poética que al discurso racional, nos hace volver a estas deidades, hoy vestidas de contemporáneas: ondinas, sirenas y hadas modernas que respiran bajo las aguas, a veces tranquilas, otras turbulentas de nuestras emociones (…).

En su casa blanca adornada con campanas amarillas, Marcela le cuenta sobre su arte a la República.ec

«Siempre me ha gustado pintar, desde que estaba en el colegio siempre pintaba, con acuarela, con tiza, con lo que sea… no me lo había tomado muy en serio, pero ahora ya no puedo dejar esto de lado, porque siento que es una forma de expresión», dice. «Comencé a trabajar con el Batik que aprendí con Cecilia Kunze cuando estudiaba en el colegio Alemán Humboldt de Guayaquil».

El batik es una de las varias «técnicas de teñido por reserva», que se utiliza para colorear tejidos y consiste en aplicar capas de cera sobre las regiones que no se desean teñir, fijándose las anilinas en aquellas zonas no reservadas.

Fotos larepublica.ec
Instrumentos para hacer Batik. Fotos larepublica.ec

«Cuando empecé a trabajar con el Batik, no me imaginé que mi trabajo iba a estar tan relacionado con cosas que tradicionalmente hacen las mujeres. Como ves, es una olla a la que tienes que estar calentándola para que la cera se derrita, para poder trabajar con ella … tienes que hacer el hilván de la tela porque tienes que hacerle los bordes. Del mismo modo, cuando ya está pintado, para sacar la cera tienes que plancharlo. Entonces es chévere, porque yo le voy a dar un valor a esto, o es como que, de alguna manera terminas con esos prejuicios de ‘soy una mujer que cocina y plancha y no hace nada más’. No. Tiene un valor, y cuando tu mamá lo hizo por ti, o por quien sea, tenía un valor».

«Luego pasé al óleo, que sí es un trabajo mucho más intuitivo, lo que me encanta es que te deja tiempo, el óleo se demora en secar, tienes tiempo de mirar… de repente te pierdes en el trabajo y te das cuenta que salió algo de tu interior, como en el cuadro de la ola que está en la invitación, primero empezó a salir la mujer y luego empezó a salir el mar, y el mar era así como bravo. Lo que yo sentí cuando terminé el trabajo es que el cuadro es sobre lo femenino y sobre cómo las mujeres enfrentan sus problemas».

LR: La interpretación de lo sueños dice que el mar significa problemas. Y ella de alguna forma está  parada en frente del mar. Ella no está vencida.

MD: No, no está vencida, está hasta vestida de rojo,  no está vestida de negro, ni de gris, ni de beige, tiene hasta las uñas pintadas. Eso me llama a mí mucho la atención de las mujeres, las mujeres a veces tenemos un montón de problemas de los que ni siquiera hablamos, y de alguna manera mantenemos esa columna. Al final, las mujeres que somos supuestamente frágiles o físicamente frágiles, somos muchas veces fuertes y somos un pilar importante. No me refiero a las mujeres de su casa, sino en general a todas las mujeres, y a todo lo femenino, una energía femenina que incluye a los hombres, pues ellos también una energía femenina en su interior, como las mujeres tenemos energía masculina».

Árbol verde de Marcela Dunn. Larepublica.ec
Árbol verde de Marcela Dunn. Larepublica.ec

LR: ¿Porqué tus mujeres miran al vacío?

MD: Yo creo que están mirando adentro de ellas.

LR: Una de tus mujeres tiene un ojo dañado, ¿es eso una denuncia sobre la violencia contra la mujer? ¿qué le pasó a ella?

MD: «No sé qué le pasó. A pesar de que voy a poner un poema de Neruda junto a cada cuadro, que es como un hilo que une toda la exposición, a mí que gusta que cada cual pueda interpretar los cuadros a su modo, porque sí siento que en mis cuadros hay una historia en cada uno, pero que cada cual puede armar su historia, y esa interpretación me parece que lo enriquece».

MD: «El ojo golpeado se trata de heridas que uno se va haciendo, o que te las van haciendo. Tú ves que atrás de ella hay un papel tapiz que está rasgado, está roto, está como ella. Tiene florcitas, colores, pero está roto. Hay momentos en la vida en que todos nos rompemos, no sé  si es que alguien más te rompe o si la situación te rompe. A mí me encanta estar feliz, pero también hay partes nuestras que son duras. Ni soy, ni quiero ser una artista que se pasa haciendo cosas que perturben a todo el mundo, porque no me parece machacar en lo que todos de alguna manera vivimos, unos más que otros. Siento que es parte de la vida y no quiero ni ignorarlo ni explotarlo.»

Obra de Marcela Dunn, foto Galería Mirador UCSG
Obra de Marcela Dunn, foto Galería Mirador UCSG

«Me parece que lo dijo Chaplin: ‘morirse es fácil, hacer reir a una persona es difícil’. Es más fácil destruir algo que construir algo, y respecto a eso, pienso que siempre se debe ver la vida con optimismo, pero no puedes ignorar que a veces hay momentos difíciles y a veces la felicidad es ser valiente. Hay la felicidad de los niños, o la felicidad de los que no conocen, y hay la felicidad de los que dicen ‘bueno esto es lo que tengo y voy a ser valiente y además, trato de ser feliz, porque además hay cosas buenas’. Sí, hay esta mujer golpeada en medio de otras, que no están golpeadas, el cuadro que está al final de la exposición es el de una mujer serena, con un aire de esperanza, con un colibrí en su cabeza».

«La mayoría de las mujeres de la serie tiene algo no resuelto que está reflejado en su entorno, por ejemplo: la una está con un mar picado que parece que le va a caer encima y está en medio del tsunami, hay otra que tiene algo quemándose a su espaldas… hay algo como una intriga, ellas están tranquilas, pero el ambiente no es el más cómodo para ellas».

«Después de ellas empecé a pintar papeles que estaban rasgados, porque también hay belleza en las cosas que no están perfectas, ese concepto lo tienen también los japoneses con el Wabi Sabi, (las imágenes Wabi Sabi nos obligan a contemplar nuestra propia mortalidad y evocan una soledad existencial y una delicada tristeza), ellos piensan que las heridas son las que te dieron el conocimiento, las que te hacen fuerte. Empecé a pintar esos papeles rotos sin pensar que hay una similitud entre una mujer dañada y esos papeles rotos, y que a pesar de que estaban rotos tenían una belleza, pero, finalmente dije: ‘ya no quiero pintar más mujeres que están en una situación tensa’. Así que pasé a la última mujer que tiene detrás un papel que está bastante arreglado, y que parece la Blancanieves, con un picaflor en su cabeza. El picaflor va donde hay algo dulce y ella es dulce y en ese momento está en paz, y decidí acabar la serie con algo que fuera más esperanzador, y el poema también es esperanzador. No creo que todas las historias tienen un final feliz, pero sí creo que uno tiene que sacar el mejor provecho de todo lo que le pasa».

La artista Marcela Dunn en su jardín. Larepublica.ec
La artista Marcela Dunn en su jardín. Larepublica.ec
Obra de Marcela Dunn, foto Galería Mirador
Obra de Marcela Dunn, foto Galería Mirador

María Rosa Jurado, fotos larepublica.ec

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