Velázquez, Rembrandt y Vermeer ponen en común su legado en el Prado

La callejuela, de Vermeer.

El Museo del Prado traza una línea argumental entre las obras de Velázquez, Rembrandt y Vermeer con una muestra que reflexiona sobre las tradiciones pictóricas de España y Países Bajos y reúne en un mismo espacio grandes obras de la época con las que trata de derribar mitos históricos.

Velázquez y Vermeer no se conocieron nunca, pero no se podría decir lo mismo al mirar «La Callejuela» del holandés y «Vista del Jardín de la Villa de Médici en Roma«, del español. Dos obras que reflejan la fachada de un edificio con una mirada similar pese a la distancia y el desconocimiento.

La exposición «Velázquez, Rembrandt y Vermeer. Miradas afines», que se abre al público del 25 de junio al 29 de septiembre, propone justo eso, mirar la historia de la pintura holandesa y española de finales del siglo XVI y XVII desde lo que las une y derribar los mitos históricos para resaltar una mirada común.

Separadas por una guerra, el arte de ambas naciones se ha interpretado tradicionalmente como contrapuesto, pero el legado de la pintura flamenca y española se interpretó de forma similar tanto en España como en Holanda.

«Vermeer y Velázquez piensan de la misma manera porque comparten un espacio cultural común (…) No queremos afirmar que no existen diferencias, lo que queremos decir es que no hay tantas”, argumentaba hoy viernes el comisario de la muestra Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Prado.

La nómina de cuadros de la muestra incluye, además de las obras de los tres famosos pintores, títulos fundamentales de El Greco, José de Ribera, Hendrick ter Brugghen y Carel Fabritius, procedentes de los fondos del Prado y del Rijksmuseum -que ha colaborado especialmente en la muestra- y prestadores como la National Gallery o el Metropolitan.

A lo largo de «Velázquez, Rembrandt y Vermeer. Miradas afines», una de las exposiciones temporales estrella de la pinacoteca con motivo de su bicentenario, el visitante aprecia la evidente similitud de personajes y trazo de varias obras dispuestas por parejas o en grupos.

Es el caso de «Menipo» de Velázquez junto a «Autorretrato como el apóstol San Pablo» de Rembrandt; o la manifiesta relación entre «Marte» de Velázquez y la «Mujer bañándose en un arroyo» de Rembrandt.

También se pueden apreciar títulos como «Retrato de un médico» y «Caballero anciano» de El Greco, «La resurreción de Lázaro» de José Ribera, «Los borrachos» de Velázquez o «El geógrafo de» Vermeer.

Menipo, de Velásquez. Museo del Prado.

«Europa era una red en la que fluía una información», explica el comisario, que ha puesto como ejemplo el apartado dedicado a los bodegones, un género que siempre se ha considerado típicamente español pero que han trabajado otros autores en Europa, como se aprecia en la muestra.

«Ni Velázquez ni Vermeer, ni otros pintores de la época expresaron en su arte la esencia de sus naciones», como se suele decir en los libros de historia y hasta en los cartelas de muchos museos.

Lo que hacían con su trabajo era expresar unos «ideales estéticos» que compartían con «una comunidad supranacional de artistas», argumenta Vergara.

“No quiero exagerar la novedad de mi argumento”, explicaba el conservador, que ha recordado que numerosos departamentos de historia de universidades llevan años poniendo de manifiesto esta tesis y la consecuente necesidad de transformar “los mitos históricos”.

“Tenemos un altavoz más alto que el de las universidades (…) -añadió- Así que pasemos un tiempo pensando en lo que nos une”.

Para Miguel Falomir, director del museo, la muestra es un «encendido y elocuente» alegato sobre la cultura común de Europa, que atraviesa una época turbulenta.EFE

Autorretrato como San Pablo, de Rembrandt. Rijksmuseum.

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