Gurmeet Ram Rahim Singh, la estrella más divina del cine indio

Nueva Delhi, 28 feb (EFE).- Gurú, roquero y acusado de haber castrado a 400 hombres, de asesinato y abusos sexuales, Gurmeet Ram Rahim Singh Ji Insan es la estrella más divina del cine indio con la psicodélica película «Mensajero de Dios», en la que salva a la humanidad de males como la prostitución y el alcohol.

En un país donde los gurús se cuentan por cientos, gozan de gran popularidad, influencia política y en ocasiones bastos imperios económicos, Singh es el último líder espiritual en enfrentarse a la ley y de los pocos en asaltar las taquillas cinematográficas.

Al frente de la organización espiritual Dera Sacha Sauda (DSS, en hindi Lugar de la Verdad Real) que afirma contar con 50 millones de seguidores en la India, Singh se ha regalado una hagiografía de 179 minutos de duración que refleja su trabajo social en clave de acción.

En la cinta, el personaje interpretado por Singh, Guru Ji, es enviado por dios a la tierra para luchar con sus superpoderes contra males como la prostitución, el alcohol o las drogas, y organizar multitudinarias donaciones de sangre, tal y como hace en la vida real la DSS.

Las similitudes no acaban aquí: Guru Ji se convierte en una estrella del rock, algo que ya consiguió Singh, cuyo disco «Highway Love Charger» vendió tres millones de copias en tres días en 2014, y encabeza multitudinarios conciertos.

«La historia de la película es principalmente verdad, pero en ocasiones hemos mezclado hechos con ficción para hacer el film más vendible», dijo al periódico indio Mumbai Mirror el gurú, quien añadió que «es esencialmente un film patriótico que inspirará a los jóvenes a actuar en favor del cambio social».

Es de suponer que la ficción es la parte que presenta a Guru Ji como un superhéroe con más poderes que Superman, Ironman y el Capitán América juntos, aunque el gurú se atribuye «poderes divinos» en su página web.

Pero para evitar dudas entre los espectadores, el Consejo Central de Certificación de Películas de la India ha incluido un aviso al comienzo del filme que advierte de que es una obra de ficción y que el personaje principal no tiene poderes milagrosos.

Lo que parece un milagro son las polifacéticas dotes artísticas de Singh: ha ejercido de productor, codirector, guionista, editor, actor protagonista, compositor e interprete de la banda sonora y no ha usado dobles en las abundantes escenas de acción.

Si Guru Ji baja de los cielos en un fogonazo de luz en el filme, Singh «descendió del cielo» en 1967 en un pueblo del estado de Rajastán (noroeste). De niño entró en contacto con la DSS a través de su padre, y a los 23 años fue nombrado líder de la organización espiritual.

Además de iluminar almas en sus 42 ashrams o templos, el gurú se dedica a labores más terrenales como la «rehabilitación» de prostitutas, campañas contra los feticidios de niñas, donación de sangre, plantación de árboles, terapias de rehabilitación de drogadicción y hospitales.

Una labor reconocida con 17 récords Guinnes, entre ellos: mayor número de árboles plantados en una hora con 938.007, mayor chequeo médico de ojos con 11.715 personas o mayor campo de donación de sangre con 43.732 participantes, unas causas humanitarias que aparecen en la cinta.

Sin embargo, en la película no se hace referencia a la acusación contra el gurú por haber supuestamente castrado a 400 hombres «para alcanzar a dios».

Hans Raj Chauhan denunció en 2012 a Singh por haberle engañado a él y a otros seguidores para que se castrasen hace 15 años, y el 7 de enero el Buró Central de Investigaciones abrió un caso contra el gurú por conspiración criminal, intimidación criminal, causar dolor grave conscientemente y engaño.

«Singh convenció a mi cliente y a otros hombres de que castrarse era la forma de llegar a dios», dijo a Efe el abogado del demandante Navkiran Singh.

«Hemos entregado al tribunal una lista con los nombres de 166 personas que han sido castradas, aunque el número total es de 400», indicó Navkiran.

Navkiran se mostró contrario a la emisión de la película que calificó como «un ejercicio de relaciones públicas para que la gente crea que es dios».

El supuesto historial delictivo de Singh no ha evitado que las salas se llenen de espectadores, aparentemente fieles del gurú.

Las críticas cinematográficas advierten que el filme es un test de devoción y que solo sus más fervorosos seguidores lo disfrutarán.

Para los no creyentes, la edición india de Huffington Post recomienda: «colócate, ve la película con amigos y búrlate de ella». EFE

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