«La experiencia NK», el último monumento de la era «Kirchner» en Argentina

BUENOS AIRES (ARGENTINA), 23/05/2015.- Fotografía fechada el 22 de mayo de 2015 y cedida por el Ministerio de Cultura de Argentina hoy, sábado 23 de mayo de 2015, que muestra el interior del Centro Cultural Kirchner, ubicado en el antiguo edificio del Correo, declarado Monumento Histórico Nacional, en Buenos Aires (Argentina). El nombre del fallecido expresidente argentino Néstor Kirchner figura en calles, polideportivos e incluso en un aeropuerto y, a partir de ahora, también en el mayor centro cultural de Latinoamérica, el último gran monumento de la "era K" tras doce años en el poder. Concebido en 2009 como Centro Cultural del Bicentenario, la presidenta argentina, Cristina Fernández, impulsó su transformación en Centro Cultural Kirchner tras la muerte de su esposo y antecesor, fallecido en octubre de 2010. EFE/Silvina Frydlewsky/Ministerio de Cultura de Argentina/SOLO USO EDITORIAL/NO VENTAS

Buenos Aires, (EFE).- El nombre del fallecido expresidente argentino Néstor Kirchner figura en calles, polideportivos e incluso en un aeropuerto y, a partir de ahora, también en el mayor centro cultural de Latinoamérica, el último gran monumento de la «era K» tras doce años en el poder.

Concebido en 2009 como Centro Cultural del Bicentenario, la presidenta argentina, Cristina Fernández, impulsó su transformación en Centro Cultural Kirchner tras la muerte de su esposo y antecesor, fallecido en octubre de 2010.

El «CCK», que puede medirse con los más importantes centros culturales del mundo, abarca 110.000 metros cuadrados y está ubicado en el antiguo edificio del Correo, declarado Monumento Histórico Nacional.

La remodelación, que ha costado unos 275 millones de dólares (247 millones de euros), casi el triple del presupuesto inicial, se ha prolongado durante seis años y no ha concluido, aunque fue inaugurada el jueves por la presidenta en uno de los actos más significativos de la semana de festejos por la revolución independentista de Mayo.

Una conmemoración que Cristina Fernández ha aprovechado para empezar su despedida del poder con una serie de actos oficiales en los que se ha dado un baño de multitudes, coincidiendo además con el duodécimo aniversario de la llegada de Kirchner a la Casa Rosada, el 25 de mayo del 2003.

La sombra de Kirchner va mucho más allá del nombre del centro. En la segunda planta, el expresidente tiene su propia sala: «Experiencia NK».

«Aprendimos de Néstor la alegría de la lucha que se hizo carne en nuestros rostros y en nuestros cuerpos, la alegría de vislumbrar un camino que no se sabe cómo es, que se construye con cada aliento, que moviliza fuerzas y pide que nos pronunciemos sin descanso», señala el texto que preside la sala.

«Que su fuerza y convicción sean siempre una presencia viva en nosotros», concluye.

El resto de las paredes de «Experiencia NK» están cubiertas con fotografías de los paisajes patagónicos que se reflejan en un gran espejo instalado en el centro con el rostro de Kirchner grabado en un extremo, mirando al horizonte.

Fotografías del expresidente, de sus familiares y vídeos con grabaciones de su madre, de su hijo Máximo y de una de sus hermanas completan la exposición.

«Yo le pregunté de chico, ¿qué quieres ser de mayor? Voy a ser gobernador, me dijo», se escucha relatar a la madre de Néstor Kirchner en uno de los monitores.

Efectivamente, Kirchner gobernó durante doce años la provincia patagónica de Santa Cruz y de ahí dio el salto a la Presidencia, entre 2003 y 2007, cuando fue sucedido por su esposa que, de acuerdo con la Constitución, no puede concurrir a las elecciones de octubre para un tercer mandato.

La evocación política no termina en «Experiencia NK». Dos pisos más arriba, en la cuarta planta, la sala Eva Perón, «Un viaje al centro de la pasión», recrea el amplio despacho que Evita ocupó durante tres meses en los años 50.

El recinto cuenta con muebles originales y un montaje cuidado hasta el último detalle, con una antigua máquina de escribir, cartas, papeles membretados con su nombre, e incluso un vaso de agua sobre su mesa y una chaqueta colgada de su silla.

Se completa con juguetes infantiles de la época, desde carritos de niño a muñecas, botellas de sidra con la imagen de Perón y Eva -regalo de la pareja presidencial para la Navidad de 1952- y paquetes de comida como los que la fundación de Evita repartía entre los más desfavorecidos.

En el centro del edificio, la «Ballena azul», una sala de conciertos con capacidad para 1.750 personas y sobre su «lomo», «La Gran Lámpara», un espacio abierto sobre una estructura vidriada colgante sostenida desde un entramado de vigas.

Coronando el edificio, una gran cúpula flanqueada con dos terrazas con una vista única sobre Buenos Aires y la Casa Rosada.

El complejo, que cuando esté terminado contará con 40 salas de exposiciones, 16 de ensayos y seis auditorios, supera en dimensiones al prestigioso Pompidou francés, y para el Gobierno es resultado del «proyecto nacional y popular que sin duda va a ser votado mayoritariamente» en las elecciones, en palabras del ministro de Planificación, Julio de Vido.

Con esta obra monumental, Cristina Fernández se asegura de que, después del 10 de diciembre, cuando termine su mandato y la llamada «era K», el nombre de Kirchner siga presente en el día a día de los argentinos. EFE

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