Pionyang presiona aún más a Washington con el lanzamiento de dos misiles

AP

Corea del Norte lanzó hoy dos misiles de corto alcance y demostró nuevamente su descontento con unas inminentes maniobras militares de EEUU y Corea del Sur, así como su impaciencia para que Washington acepte sus términos para retomar el diálogo sobre desarme.

La acción incrementa en un peldaño más la presión sobre Washington para retornar a la mesa de negociación, apenas dos días después de que el régimen enviara otra señal de advertencia al desvelar un nuevo modelo de submarino capaz de lanzar misiles balísticos.

Los lanzamientos de hoy se realizaron a las a las 5.34 y 5.57 hora local (20.34 y 20.57 GMT del miércoles) desde la península de Hodo, en las cercanías de la ciudad de Wonsan (costa oriental), en dirección al Mar de Japón (llamado Mar del Este en las dos Coreas), detalló a Efe un portavoz del Ministerio de Defensa.

Uno de los proyectiles recorrió unos 430 kilómetros y el otro voló en torno a unos 790 kilómetros, por lo que podría tratarse de un nuevo tipo de misil, según Defensa, que a su vez instó a Pionyang a evitar actos «que no contribuyen a rebajar las tensiones militares en la península».

Ambos misiles, lanzados desde plataformas móviles (TEL), alcanzaron un apogeo de unos 50 kilómetros de altura.

A falta de imágenes de los proyectiles (la propaganda norcoreana ha guardado silencio de momento), hay indicaciones de que uno de los misiles testados hoy podría ser del mismo tipo que los disparados por Corea del Norte el pasado mayo.

La península de Hodo, escenario de más de una veintena de pruebas de misiles norcoreanas hasta la fecha, fue también elegida para el ensayo del 4 de mayo y tanto el alcance como la altura máxima alcanzada, así como el uso de plataforma móvil coinciden con el armamento probado ese día y también el 9 de mayo.

Se trataría pues de un misil muy similar a un Iskander tierra-tierra de corto alcance, de fabricación rusa.

Aunque disparar misiles de corto alcance no viola la moratoria autoimpuesta por Pionyang desde final de 2017 sobre el lanzamiento de proyectiles de mayor rango y el propio presidente de EEUU, Donald Trump, quitara peso a los ensayos de mayo, las resoluciones de la ONU prohíben a Corea del Norte testar cualquier misil balístico.

Este proyectil similar al Iskander es además un activo importante, puesto que usa combustible sólido (carga más rápido y permite lanzamientos más difíciles de detectar) y además vuela muy bajo, dejando un margen muy estrecho para que lo intercepten escudos de misiles desplegados en la región como el Aegis o el THAAD.

Esto deja muy expuestos los territorios surcoreano y japonés, que acogen importantes instalaciones militares estadounidenses.

La acción norcoreana llega después de que el régimen haya protestado en los últimos días por la celebración de las maniobras militares conjuntas «19-2 Dong Maeng», entre EEUU y Corea del Sur, en agosto.

Aunque Seúl y Washington han rebajado enormemente la escala de sus juegos de guerra desde que comenzó el acercamiento en 2018, Pionyang ha considerado que estos ejercicios violan compromisos adoptados con ambas partes y suponen un ensayo para invadir su territorio.

El régimen ha llegado a decir incluso que rechazará el paquete de ayuda alimentaria que pretende enviarle el Sur para paliar la escasez de comida que padece si no se cancelan estos ejercicios.

El lanzamiento norcoreano llega a su vez dos días después de que Pionyang presentara en sociedad el llamado Sinpo-C, su primer sumergible equipado con SLBM (misiles balísticos lanzados desde submarino) y con capacidad operativa.

Estos gestos parecen subrayar la impaciencia norcoreana por retomar las conversaciones con Washington sobre desnuclearización, estancadas desde la fracasada reunión de Hanói de febrero.

La Casa Blanca ha dicho que la oferta de retornar a la mesa ya se ha planteado, pero que Pionyang no ha respondido, lo que indica que el régimen seguiría sin estar conforme con los términos negociadores que plantea Washington.

En la capital vietnamita, Corea del Norte abogó por una desnuclearización gradual acompañada del progresivo levantamiento de sanciones, una oferta que EEUU -que aseguró que no relajaría sanción alguna mientras el régimen todos sus programas de armas- consideró inaceptable.

Se esperaba que la cumbre improvisada que celebraron Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un, el pasado 30 de junio sirviera para reiniciar las conversaciones de trabajo a mediados de julio, pero de momento ningún encuentro ha sido programado. EFE

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