La prostituta libertad

Por Héctor Yépez Martínez
@hyepezm

Pocas ideas han sido deformadas con tanta irresponsabilidad y demagogia como la “libertad”. Políticos de derecha y de izquierda, presidentes, legisladores, alcaldes, jueces, periodistas, banqueros y criminales… cualquier pretensión pública que quiera venderse bien se expone siempre en nombre de la libertad. Pero si sirve para toda circunstancia, sin importar la causa que se arrope bajo su manto, ¿no será porque, en el fondo, para nosotros la libertad no significa nada?

Voy a ilustrar esta insaciable prostitución con dos exponentes principales en la política ecuatoriana: el Presidente Rafael Correa y el Alcalde Jaime Nebot. Lo que tienen en común: mientras reclaman libertad ante quienes están por encima de su administración, la niegan sistemáticamente a quienes están por debajo de su autoridad.

La libertad según Nebot.

Comienzo por Nebot, quien curiosamente se define como un hombre liberal y ha repletado las calles de Guayaquil bajo el emotivo discurso de libertad para la ciudad. Para la ciudad, sí, pero no para sus habitantes. Porque cuando Nebot reclama libertad para Guayaquil, realmente habla de libertad para la Alcaldía que él administra, y no para los ciudadanos de Guayaquil.

Nebot, hablemos claro, cree en cualquier cosa menos en el liberalismo político, entendido como un sistema donde los individuos tienen una esfera de libertad que es inviolable ante el poder público. En Guayaquil manda el Alcalde. Y si un guayaquileño piensa distinto, ¡qué pena! Por eso escuchamos historias de ciudadanos masacrados por la “fuerza pública” municipal. Por eso es intolerable que un joven pinte paredes o dibuje chanchitos en las calles. Por eso es impensable que se expongan obras de arte sexualmente explícitas en el Salón de Julio o se expongan los vendedores ambulantes —socialmente explícitos— en ciertas calles de la ciudad. En Guayaquil imperan la moral y la estética pública, que se dicta desde el palacio municipal.

Lo curioso es que la libertad que Nebot niega a los guayaquileños, en cambio la reclama para sí ante el Estado central. De ahí su ardiente defensa de las rentas y la “autonomía” de la ciudad (no de los ciudadanos). Guayaquil debe ser libre y autónoma frente al Estado. Que a los guayaquileños ni se les ocurra alegar lo mismo frente a Guayaquil.

La libertad según Correa.

Aunque Correa tenga aversión por el liberalismo cuando va con el prefijo “neo-“, se dice heredero de Eloy Alfaro, el gran líder de la Revolución Liberal. Pero Correa es tan liberal como Nebot o cualquier socialcristiano. Correa entiende la libertad como un atributo personalísimo suyo que lo distingue de los demás. De ahí que solo él pueda insultar a diestra y siniestra a cualquier hijo de vecino, pero eso sea un privilegio prohibido, sancionado con cárcel y millones de dólares, a cualquier otro ecuatoriano. Y también Correa entiende la libertad al estilo de Nebot: los ecuatorianos no son autónomos frente a Ecuador, pero Ecuador sí debe ser autónomo frente al mundo.

Correa está íntimamente convencido de que el Estado puede imponer tendencias de comportamiento, dogmas religiosos, prácticas empresariales, contenidos en medios de comunicación, etc., etc., hasta el extremo de negar cualquier espacio básico de autonomía personal. La única libertad que Correa admite sin condiciones es la del voto, porque es vital para una maquinaria pública que aplaste a todas las demás.

Sin embargo, cuando vemos la actitud de Correa y sus diplomáticos en el orden internacional, resulta que la cosa funciona al revés. La autonomía que Correa niega a los ecuatorianos, la defiende a capa y espada bajo el nombre de “soberanía” para su Ecuador. Ahí sí impera un liberalismo ultra-radical. Por eso el Consejo de Seguridad de la ONU es una dictadura y la CIDH se entromete en asuntos internos cuando se atreve a fiscalizar derechos humanos (o sea, a cumplir su única función). Y a tal extremo llega la defensa a ultranza de la “autonomía estatal” que ni siquiera cabe violarla para impedir crímenes de lesa humanidad, como los de Gadafi. Tan respetuoso es Correa con los otros “soberanos” que en su imaginario nunca hay países autoritarios, sino democracias diferentes.

En resumen, para Correa es inconcebible que el mundo se entrometa en la vida soberana de Ecuador, pero es natural que su gobierno se entrometa en la vida personal de los ecuatorianos.

Mi diagnóstico:

En último término, la culpa no es de Correa y Nebot: son síntomas de una enfermedad social. En Ecuador está claro que la libertad es una frase mágica que sirve para proteger lo mío contra quienes tengo arriba, mientras la niego para proteger lo mío contra los que tengo abajo. Y esa lógica tenebrosa pervive gracias a que los ciudadanos estamos muy a gusto con ella. De ahí que la izquierda celebre a Correa por cumplir su proyecto y la derecha aclame a Nebot por gobernar a su gusto, aunque a ambos —como a la inmensa mayoría de sus colegas— les importe un bledo la libertad.

Si para algo sirve la democracia es para garantizar que los políticos sean, ni más ni menos, el fiel reflejo de lo que piensa la mayoría de sus gobernados. El problema de fondo es que los ecuatorianos no tenemos una idea clara de lo que significa la libertad. Por eso toleramos su prostitución. Al fin y al cabo, ¿será que queremos asumir la grave responsabilidad que implica ser auténticamente libres?

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16 Comments

  1. Muy de acuerdo con gran parte del artículo, y más porque toca un gran problema social que es el egoísmo como un derecho. Ese egoísmo que hace que casi todos deseemos libertad, justicia, progreso, derechos e incluso beneficios extras para nosotros mismos pero no para los demás. Y no es exclusivo de Correa o de Nebot. También se siente y con más peso en grandes conglomerados y corporaciones como los medios, las cámaras, los movimientos, etc.
    No estoy de acuerdo en que los ecuatorianos no tenemos ideas claras de libertad, y yo creo que si. quizá no con la misma «clara»  visión de los medios, pero si las tenemos, es por ello que cuando alguien nos llama ladrón de antemano sabemos que eso va más allá de la libertad de expresión y lo que sigue es una clara defensa al derecho a la honra. Libertades, derechos y deberes? en el pueblo llano? si… aunque a algunos comunicadores no les agrade o no estén de acuerdo… el pueblo los entiende… a su manera pero los entiende…

  2. No queremos asumir la responsabilidad de ser libres. Me gustó como lo explicó Xavier Flores en alguna descarga: preferimos que nos restringan a todos nuestra libertad para evitar el riesgo de que un tercero abuse de su libertad en contra de nosotros. Y también tememos nosotros mismos abusar de nuestra libertad.

  3. No queremos asumir la responsabilidad de ser libres. Me gustó como lo explicó Xavier Flores en alguna descarga: preferimos que nos restringan a todos nuestra libertad para evitar el riesgo de que un tercero abuse de su libertad en contra de nosotros. Y también tememos nosotros mismos abusar de nuestra libertad.

  4. Todos los políticos son iguales en cuanto a querer imponer su criterio sobre el colectivo de personas, por supuesto en los sistemas democráticos donde se elige por mayoría no todos están de acuerdo al punto de vista del mandatario político de turno.

    La democracia como sistema es en realidad la dictadura de las mayorías, es una vergüenza, además en un país como Ecuador donde todo lo politizan: desde las concesiones mineras hasta las corridas de toros, parece que fuese una dictadura real (la dictadura de las urnas).

    Yo realmente no noto la diferencia entre un Correa y un Nebot, de izquierda o derecha, ambos son estrictos y llevarán sus planes de gobierno si o si, dando la impresión de dictadura.

    En Guayaquil muchísima gente se arrepintió por haber ido a la manifestación multitudinaria de Nebot, fueron usados y apaleados…

    En Quito mucha gente se llevó palos para rescatar a Correa.

    Por A o B los ecuatorianos siempre somos apaleados. T_T

    Personalmente yo eligiré el mal menor.

    Mas vale malo conocido que bueno por conocer.

  5. Todos los políticos son iguales en cuanto a querer imponer su criterio sobre el colectivo de personas, por supuesto en los sistemas democráticos donde se elige por mayoría no todos están de acuerdo al punto de vista del mandatario político de turno.

    La democracia como sistema es en realidad la dictadura de las mayorías, es una vergüenza, además en un país como Ecuador donde todo lo politizan: desde las concesiones mineras hasta las corridas de toros, parece que fuese una dictadura real (la dictadura de las urnas).

    Yo realmente no noto la diferencia entre un Correa y un Nebot, de izquierda o derecha, ambos son estrictos y llevarán sus planes de gobierno si o si, dando la impresión de dictadura.

    En Guayaquil muchísima gente se arrepintió por haber ido a la manifestación multitudinaria de Nebot, fueron usados y apaleados…

    En Quito mucha gente se llevó palos para rescatar a Correa.

    Por A o B los ecuatorianos siempre somos apaleados. T_T

    Personalmente yo eligiré el mal menor.

    Mas vale malo conocido que bueno por conocer.

  6. Héctor creo que tu apreciación del liberalismo según los ejemplos que planteas es bastante vago, nada pertinente y ciertamente confuso. El liberalismo político, del que se deriva el económico, reconoce, como esencia del mismo, el imperio de la ley, que resultan en un conjunto de normas claras y hasta cierto punto naturales, por eso son leyes, su espíritu nace de una esencia que va más allá de la discusión absurda actual, por ejemplo, hasta una persona a la que no se le otorgue los beneficios de la educación podría reconocer como delito el robar o matar.
    Lo que vemos en la actualidad es simplemente un cúmulo de legislaciones absurdas específicamente dictadas con un fin ciertamente distorsionador del estado de derecho, es por eso que la gente hace lo que le da la gana, cuando quiere, donde quiere y como quiere.
    En Guayaquil ocurría algo parecido hace algo más de veinte años, se hicieron cambios profundos y se dictaron ciertas normas para que no impere el relajo de antes, que hay afectación la hay porque si antes habían 100 personas que vendían cualquier cosa en cualquier lugar, en especial los considerados turísticos, ahora ya no los ves, porque la ley o los reglamentos hay que cumplirlos y hacerlos cumplir, esto ocurre en las naciones más desarrolladas, que hay personas que vivían de eso y ahora no, pues ese problema no es del alcalde, es del gobierno central que es el que dicta la política económica y las normas generales para el fomento de la inversión y en consecuencia del empleo, pero empleo de verdad, no informal.
    La informalidad es una consecuencia de las malas políticas económicas de los gobiernos, no de las administraciones de las ciudades, por ejemplo, si ocurre como lo que está ocurriendo en la actualidad  un incremento de los niveles impositivos, los primeros afectados serán los más pobres porque tendrán que pagar más por ciertos productos, lo peor que podría ocurrir es que, dado que se incrementan los impuestos, las empresas tendrán que pagar más tributos y para obtener el mismo nivel de ganancias tenderán a reducir costos, generalmente reduciendo personal, es decir, aumento de desempleo, ahí tienes las informalidad.
    En resumen, mientras a nivel central se aplican medidas para nada liberales, en materia política y económica, en las administraciones municipales se trata de dinamizar las economías de sus ciudades mediante medidas de tipo liberal, ejemplos los puedes ver en Guayaquil, otro ejemplo puede ser Cotacachi, hay otras ciudades que ha tomado estos ejemplos para su transformación.

    • ¿De qué modo golpear a los vendedores ambulantes o confiscarles sus bienes es «consecuencia de las malas políticas económicas de los gobiernos»? Justamente tu tesis es la que combato: entender el liberalismo como simple progreso económico, cuando no tiene nada que ver con eso.

      • En lo absoluto! si lees las primeras líneas podrás darte cuenta que señalo que el liberalismo económico se deriva del político, es una consecuencia. Así lo defendieron J. Locke, Hume, Rousseau, Montesquieu, Tocqueville, entre otros, y luego, como consecuencia de aquellas contribuciones nacen las teorías liberales ligadas a la economía. Quiero aclarar que no defiendo los abusos de poder, estos, son un síntoma de que no existe un sistema adecuado de leyes, pero de aquellas que se respeten y se hacen respetar, que no se crean con la intención de favorecer a unos y perjudicar a otros, o que se fabrican y a la par se crea la trampa. 
        Las malas políticas económicas desincentivan la inversión, la creación de empleo, ocasionan desempleo, informalidad y delincuencia, pero esas políticas son instrumentadas a través de leyes, y esas leyes atentan contra la libertad política y económica. No puedes decir que lo uno no depende de lo otro, están íntimamente ligadas. Otra cosa son los abusos de poder como señalé.

        En Europa, donde resido por estudios, hay abusos de poder también, te cuento una experiencia, en el mes de mayo cuando nació este movimiento de los indignados en España, una parte de esos indignados (movimiento que se degeneró por completo por cuanto no ofrecían soluciones reales, todo fue fervor inicial, después nada) acamparon en Plaza Catalunya en Barcelona, bueno ahí estuvieron cerca de dos meses viviendo, como la ordenanza pública señala que los sitios turísticos deben ser aseados cada cierto tiempo se solicitó al movimiento que salgan de la plaza un par de horas para limpiarla, estos se negaron y entró la fuerza pública a desalojarlos con toletes y gases, fue un claro abuso de fuerza en la aplicación de la ordenanza, pero qué puedes hacer si el reglamento te indica que debe hacerse. Las leyes se cumplen sí o sí. Lógicamente los medios dieron cuenta del abuso de fuerza con imágenes que dieron la vuelta al mundo. Está de más decir que un grupo de «indignados» plantearon una querella ante las autoridades competentes, eso sí, ten la plena seguridad de que se castigará a los responsables del abuso.    

  7. Héctor creo que tu apreciación del liberalismo según los ejemplos que planteas es bastante vago, nada pertinente y ciertamente confuso. El liberalismo político, del que se deriva el económico, reconoce, como esencia del mismo, el imperio de la ley, que resultan en un conjunto de normas claras y hasta cierto punto naturales, por eso son leyes, su espíritu nace de una esencia que va más allá de la discusión absurda actual, por ejemplo, hasta una persona a la que no se le otorgue los beneficios de la educación podría reconocer como delito el robar o matar.
    Lo que vemos en la actualidad es simplemente un cúmulo de legislaciones absurdas específicamente dictadas con un fin ciertamente distorsionador del estado de derecho, es por eso que la gente hace lo que le da la gana, cuando quiere, donde quiere y como quiere.
    En Guayaquil ocurría algo parecido hace algo más de veinte años, se hicieron cambios profundos y se dictaron ciertas normas para que no impere el relajo de antes, que hay afectación la hay porque si antes habían 100 personas que vendían cualquier cosa en cualquier lugar, en especial los considerados turísticos, ahora ya no los ves, porque la ley o los reglamentos hay que cumplirlos y hacerlos cumplir, esto ocurre en las naciones más desarrolladas, que hay personas que vivían de eso y ahora no, pues ese problema no es del alcalde, es del gobierno central que es el que dicta la política económica y las normas generales para el fomento de la inversión y en consecuencia del empleo, pero empleo de verdad, no informal.
    La informalidad es una consecuencia de las malas políticas económicas de los gobiernos, no de las administraciones de las ciudades, por ejemplo, si ocurre como lo que está ocurriendo en la actualidad  un incremento de los niveles impositivos, los primeros afectados serán los más pobres porque tendrán que pagar más por ciertos productos, lo peor que podría ocurrir es que, dado que se incrementan los impuestos, las empresas tendrán que pagar más tributos y para obtener el mismo nivel de ganancias tenderán a reducir costos, generalmente reduciendo personal, es decir, aumento de desempleo, ahí tienes las informalidad.
    En resumen, mientras a nivel central se aplican medidas para nada liberales, en materia política y económica, en las administraciones municipales se trata de dinamizar las economías de sus ciudades mediante medidas de tipo liberal, ejemplos los puedes ver en Guayaquil, otro ejemplo puede ser Cotacachi, hay otras ciudades que ha tomado estos ejemplos para su transformación.

  8. Cuan fácil es opinar y decir cosas, acá es claro que una persona dijo una frase que ofendió a otra. El «ofendido» trabó acción judicial y ganó en primera instancia. Luego de esto, perdona. Legalmente, debe apelar y pedir la revocatoria de la sentencia. Si la ofensora cree que ella tiene la razó, debe demostrar que el Sr Alvarado se ha enriquecido en la función pública. Dios no tiene nada que ver en estas cosas.

  9. perros gobiernistas, a punta de intimidar y amenazar quieren consolidar su dictadura de robo e insulto por el mayor tiempo posible. Esto se les va a acabar mama****** !!!

  10. a este Presidente Correa yo lo voy a demandar y al secretario de comunicacion ya que en la Propaganda de su gobierno, la de LO ACUSO SR. PRESIDENTE POR DEVOLVERNOS EL AUTOESTIMA, ETC al final dice asi: RAFAEL PARA TUS AMIGOS, CORREA PARA LOS CORRUPTOS … COMO ? Y SI YO LE DIGO CORREA, SOY UN CORRUPTO? NO… NO SOY NI HE SIDO CORRUPTO ASI QUE ESO ME OFENDE CORREA SACA TU PUBLICIDAD PORQUE TE VOY A DEMANDAR POR FALSAS ACUSASIONES. YO TE LLAMO COMO ME DE LA GANA PERRO Y NO POR ESO SOY CORRUPTO

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