¿En manos del «chulco»?

Por Eduardo Carmigniani
Guayaquil, Ecuador

Si bien no aparecen en el diccionario de la Real Academia, los ecuatorianos entendemos perfectamente a qué se refieren las palabras «chulco» o «chulqueros»: tienen relación con la usura, es decir con el cobro de intereses por encima de los legalmente permitidos, que en ocasiones, cobrados a diario, llegan a más del 250% anual, práctica con la que se explota a quienes, necesitados de financiamiento, no tienen acceso a las fuentes formales de crédito, como los bancos.

En este Diario, edición del miércoles 31 de octubre, aparece publicado un anuncio oficial de la Superintendencia de Bancos, en el que se advierte que en el país se encuentran circulando «hojas volantes a través de las cuales el grupo Credi Bank ofrece créditos a bajas tasas de interés sin requerimientos de garantía alguna y sin requisitos adicionales…», que se concretarían mediante citas «en el domicilio o en el lugar de trabajo del solicitante, puesto que no cuentan con oficinas en el país».

Leyendo entrelíneas uno se pregunta: ¿se trata de chulqueros que con brutal sarcasmo promocionan créditos dizque a «bajas tasas de interés», para enganchar al incauto de la esquina, desesperado por obtener dinero para sus más apremiantes necesidades? ¿O el tal Credi Bank -que según el comunicado de la Superintendencia no está bajo su control- se ha contagiado rápidamente del exitoso modelo de manejo bancario y de concesión/regalo de créditos sin garantías, instaurado por la administración estatal de Buñay y compañía en Cofiec?

Si fuese lo último -salvo que operen exclusivamente con capital propio- habría unos potenciales perjudicados por haber entregado sus ahorros a un ente no controlado por la Superintendencia, al estilo del notario Cabrera, lo que debiera ser investigado por ese mismo órgano de control para constatar si las captaciones ilegales se hubiesen producido en el país; pero si fuese lo primero («chulco»), se trataría de una nueva y clara evidencia de que el acceso al crédito bancario-formal por la gente pobre en el Ecuador tiene aún mucha tarea pendiente, a cuya conclusión, por cierto, para nada ayudan los continuos acosos estatales a la banca.