El gas de pizarra

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

El gas de pizarra, más conocido por su nombre en inglés de ‘shale gas’, es un tipo no convencional de gas natural, cuya producción ha crecido muchísimo en los últimos años en los EE.UU. Las perspectivas indican que podría cambiar profundamente el mercado mundial de hidrocarburos.

Este gas, como su nombre lo indica, está atrapado en formaciones geológicas de piedra pizarra y hasta hace pocos años era muy costoso extraerlo porque cuando se perforaba un pozo, sólo se podía extraer el gas cercano a la perforación y el resto se quedaba prisionero en las rocas. La tecnología necesaria para extraer más gas de cada pozo se fue desarrollando desde los años 70, pero recién con el inicio de este siglo se volvió aplicable.

La tecnología consiste en inyectar dentro del pozo agua a alta presión para así “fracturar” las rocas y liberar más gas natural; al proceso se lo conoce como “de fractura”. En realidad no se inyecta exclusivamente agua, sino una mezcla en la que también hay arena, lubricantes y bactericidas. Todo esto es caro, pero los altos precios de los combustibles hacen que sea rentable.

El desarrollo e implementación de la tecnología de fractura se la debe a la conjunción que existe en los EE.UU. de eficientes instituciones públicas (laboratorios, leyes societarias, claros derechos de propiedad), mercados que funcionan bien (de futuros, de capitales de riesgo) y empresarios que supieron aprovechar todas esas oportunidades.

El hecho es que para el año 2000 en todo el mundo la producción de gas de pizarra era casi irrelevante, pero para el año 2010, la producción exclusivamente en EE.UU. fue de 150 000 millones de metros cúbicos, lo que representa un tercio de la producción norteamericana de gas natural. El cambio es tan grande que hace sólo 5 años se calculaba que el gas disponible en el mundo se acabaría en 60 años. Hoy se habla de, al menos, 200 años. Y es un hidrocarburo con una combustión más limpia que los derivados del petróleo.

Pero la producción del gas de pizarra también ha sido cuestionada. La principal crítica que ha recibido es por los posibles daños ecológicos que podría causar. Por un lado, la fractura de rocas tiene efectos geológicos y se ha detectado un aumento de temblores en las zonas de explotación.

Por otro lado, en todo el proceso es necesario inyectar grandes cantidades de agua en los pozos. Agua que, además, contiene cantidades no despreciables de químicos. En este tema, la crítica ha sido que esa agua deja de estar disponible para su uso “sobre la tierra” y que su inyección a grandes profundidades podría contaminar acuíferos. Claro que los defensores argumentan que es muy poco probable que químicos inyectados a tanta profundidad puedan regresar a la superficie.

En cualquier caso, el gas de pizarra está cambiando el mercado de hidrocarburos y, por ahora, le está dando una importante ventaja a los EE.UU.

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en El Comercio.

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