El «NO»

Patricio Troya
Quito, Ecuador

1988. La dictadura militar chilena, quince años en el poder, se ve requerida de legitimidad. Un plebiscito, una consulta ciudadana debe ser la respuesta, sí o no: el SÍ equivale a Pinochet por ocho años más; con el NO, elecciones inmediatas.

NO, la película, intenta describir lo complicado de ganar una elección en una sociedad marcada por la bota militar, y por el designio de un dictador. Un creativo publicitario se juega por un discurso genial: decir NO con alegría, evitar tragos amargos y buscar empatar con una supuesta sociedad en despegue. Como estrategia, se atreve a usar medios y artificios propios del marketing: el poder, la dictadura, no le puede seguir el paso a una campaña que, merced a su innovación, carcome las certezas de aquellos que pensaban que la elección era solo un barniz previo a la próxima unción gubernamental.

En el filme, se destaca la evolución de la propaganda por el NO, y su influencia. Yo recuerdo, años atrás, que la alegría venía a ritmo de cueca, rock o imagen; decir NO de maneras suaves, cotidianas, risibles; cuántas maneras de decir NO con las manos y los pies, con optimismo, con todos los artistas dentro, sintiendo… A la final, Pinochet perdió y nos olvidamos de él hasta que, años después, sus cuentas no declaradas nos hayan recordado ese y sus demás crímenes.

El filme ha sido atacado en Chile, por ambos lados. Desde la izquierda, porque se acusa la negación de una construcción social y política que habría sido la determinante para el triunfo del NO. Desde la derecha, porque aquellos que en la película parecen ser tan afines al General, no lo eran en el fondo (triste respuesta de una derecha rebasada por las circunstancias).

De por medio, los hechos… Un Pinochet desgastado, el Imperio lo había ungido y ahora necesitaba hacerlo a un lado: las élites, de acuerdo por supuesto… Una juventud que buscaba respuestas más allá de los crímenes de años atrás… Y, sobre todo, la prevalencia de una lógica de mercado, que estaba en boga social y económica, a la final quince años eran suficientes para armar un modelo de gestión, que no se topó jamás, que ni siquiera se discutió, y que ahora pasa factura a la democracia chilena.

En la película, el creativo genial de la ganancia del NO, aparece al final en su misma posición, vendiendo un producto acorde al “actual contexto social”. Se fue Pinocho, pero nada más pasó, todo igual, como la venta de un perfume o cualquier otro producto, igual. Los spots políticos al estilo de “…la alegría ya viene…” han logrado resultados disímiles en otras tierras, pero evidencian la carencia de gente, de pueblo, de procesos sociales que se construyen.

Chile desempolva esa paradoja: la democrática y mítica fábula de su constitución actual –el Chile que crece- frente a la evidente carencia de medios institucionales para canalizar las demandas de un conglomerado de ciudadanos, que no se sienten como tales –el Chile negado.

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2 Comments

  1. Viene a mi recuerdo durante la dictadura de Pinochet, el dolor por la democracia avasallada. Y pensar que en algún momento se intentó convertir a Pinochet en un mal necesario para el progreso económico de algunos países de América del Sur. El descubrimiento de millones de dólares en su cuenta y las de sus familiares, acabó con esos sueños de perro.

  2. Viene a mi recuerdo durante la dictadura de Pinochet, el dolor por la democracia avasallada. Y pensar que en algún momento se intentó convertir a Pinochet en un mal necesario para el progreso económico de algunos países de América del Sur. El descubrimiento de millones de dólares en su cuenta y las de sus familiares, acabó con esos sueños de perro.

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