Mesianismo y catolicismo

Joaquín Hernández
Guayaquil, Ecuador

En estos días en que se ha agitado el tema religioso con la dimisión del Papa Benedicto XVI, habría que analizar más detalladamente la presencia del catolicismo en América Latina. No pocos han quedado extrañados por la profesión de fe católica de los líderes del socialismo del siglo XXI en Venezuela por ejemplo. En una entrevista con el teólogo Rafael Luciani, profesor titular de la Universidad Católica Andrés Bello y profesor visitante de la Pontificia Universidad Gregoriana, una periodista del diario El Universal de Caracas, trata de esclarecer las complejas relaciones entre el mesianismo de Hugo Chávez y la religiosidad católica.

«En Venezuela desde hace 14 años hay altares que comparten espacio con imágenes del presidente Hugo Chávez. De rodillas frente a ellos se reza el Padre Nuestro, una oración que a ratos es acompañada de lágrimas y la empuñadura de un crucifijo. La cruz es ahora sostenida con más ahínco desde que se sabe que al mandatario lo aqueja una enfermedad. ‘Primero Dios, luego Bolívar y luego Chávez, amén’» .

No se trata por supuesto de que quienes se consideran católicos (hablamos de misas y de liturgia específica) oren por aquel a quien consideran ser querido. Pasa todos los días en las grandes ciudades y en el campo latinoamericano. Naturalmente, que se podría establecer la diferencia entre la creencia entre un ser todopoderoso que dispensa favores mágicos o Alguien en el que se encuentra el sentido incluso en la muerte y es capaz de acoger más allá de la extrema vulnerabilidad de la existencia.

No es el punto. Preocupa esa especie de sincretismo que funde política, mesianismo y religiosidad. » La noción del mesías está de moda en la política» , — comenta Luciani, –» pero Jesús no entiende su mesianismo como davídico (político) es decir, no lo entiende como la acción que utiliza la fuerza, el uso militar para ejercer el poder. El mesianismo de Jesús es asuntivo, asume al otro en su vida y lo libera para que sea autónomo, mientras que el davídico pasa por la violencia para poder establecer la paz» .

Luciani medita la permanente tentación latinoamericana de encontrar un mesías. Tiene que ver con la abdicación de la propia responsabilidad y de que otro se haga cargo de la propia existencia. Es cierto que no es fácil y a veces hasta inhumana la divisa ilustrada de no recurrir a ídolos sino solo a la razón en los momentos más críticos de la experiencia humana cuando el dolor y el sin sentido se cruzan. La única justificación de no recurrir a mesías terrestres es el costo que se termina pagando en términos de manipulación y desilusión.

La recurrencia a la religiosidad en estas condiciones está abierta si solo se conocen los principios doctrinales básicos, » pero no existe una relación personal con Dios desde donde discierno lo que vivo» . La dignidad para el cristiano se basa en la filiación: soy hijo de Dios. Implica el reconocimiento en la igualdad. La igualdad en el caso del chavismo es por homologación; » el otro es igual porque es mi hermano, no porque posee o piense lo mismo que yo.»

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