Lecciones a la Maestra

Joaquín Hernández
Guayaquil, Ecuador

«Entre por el escusado pero salí por la puerta grande». Es muy probable que la noticia ni siquiera aparezca en la mayoría de los periódicos sudamericanos. Pasada la mitad del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), México se volvió lejano para nosotros excepto por la nota roja y la farándula. Y sin embargo, sus procesos son comunes al resto de Latinoamérica a veces demasiado obsesionada por el sur.

El pasado 26 de febrero la todopoderosa dirigente sindical Alba Esther Gordillo, — la «Maestra»–, fue detenida en el aeropuerto Internacional de Toluca cuando regresaba en un avión privado desde San Diego, acusada de desviar a cuentas privadas más de dos mil millones de pesos (unos $200 millones aproximadamente) del todopoderoso Sindicato de Trabajadores de la Educación, SNTE. Los cargos: delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

Doña Alba era líder vitalicia del sindicato y una verdadera cacique del sector educativo desde 1989 en que colaboró en la defenestración de su antecesor Carlos Jonguitud Barrios, — otro cacique de igual o mayor vuelo, — que fue depuesto en una operación proveniente de la Secretaría de Gobernación dirigida entonces por el maestro de la política priísta de la época, Fernando Gutiérrez Barrios, en el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari.

Originaria del estado de Chiapas, militante en su juventud de movimientos cercanos al trotskismo, doña Elba fue un verdadero poder fáctico que manejó hilos importantes de la política mexicana sobre todo durante los gobiernos panistas de Vicente Fox (2000-2006) y de Felipe Calderón (2006—2012) y se enriqueció con los aportes de los sindicalistas. Compradora compulsiva, casera generosa como la señala Soledad Loaeza, doña Elba fue cliente favorita de Neiman Marcus, que eligió el estilo «total look», traje sastre de mujer firmado por Chanel, elaborado en tweed (unos $8000) con una cartera de Hermes, Luois Vuitton o Escada de unos $5000… para atuendo de un día.

Nadie se atrevía a tocar a Alba Esther que se jactaba hablar de igual a igual con el presidente de la República. Ella misma había ironizado sobre sus aliados panistas Fox y Calderón: «Al PAN le da miedo el poder». Tanto que estableció una alianza fáctica nada menos que con el eterno candidato opositor Andrés Manuel López Obrador para impedir la victoria del PRI en las recientes elecciones.

Paradójicamente, quien no le tuvo miedo fue el actual presidente Enrique Peña Nieto, príista de la nueva generación que la semana anterior anunció la Reforma Educativa aprobada por los tres grandes partidos para sacar a México de su baja posición en los rankings educativos internacionales. La «Maestra» se opuso a la Reforma que de paso le arrebataba el control del magisterio según Ricardo Alemán de «El Universal».

Los críticos de izquierda de Peña Nieto explican la detención de la «maestra» como un simple ajuste de cuentas. Pero puede ser también el principio del sacudón de la corrompida educación pública.

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