Fumata blanca

Ernesto Arosemena
Guayaquil, Ecuador

Efectivamente, de una empezaron los salivazos contra el Papa Francisco. Era de suponerse.

No tengo mucho qué decir al respecto, porque no es nada nuevo lo que dicen. Sea cual sea el país del que venga el Papa, alguna vaina política le querrán chantar. Con Benedicto fue lo de los nazis, a Francisco le achacan ni sé qué cosa de la dictadura argentina (acusaciones inventadas, por supuesto: no hay ninguna prueba de nada, como siempre; y no trates de convencerme de lo contrario en los comentarios, porque yo no como cuento).

Lejos de mí hablar de temas políticos. Ni sé, ni me interesa. Sí quiero, en cambio, referirme a lo otro: a la desilusión de los grupos e individuos que están en contra de lo que la Iglesia propone y en pro de lo que la Iglesia no acepta. Y quiero pedirles que por favor, por su propia tranquilidad mental y emocional, ya dejen de estar esperando que aparezca por fin un Papa pro–“matrimonio” gay, pro–aborto, pro–eutanasia, pro–sacerdocio femenino, anti–celibato, anti–sacramentos, anti–evangelización y demás ideas extravagantes. NO LLEGARÁ NUNCA. Como dice un amigo en el Twitter: NO #BABER. NO PUEDE EXISTIR UN PAPA ASÍ, así que deja de sorprenderte cuando el siguiente Papa, y el siguiente, y el que venga luego, enseñe lo mismo y lo mismo y lo mismo. Así lo han hecho desde Pedro; o mejor dicho, desde Jesucristo.

Ciertamente en el pasado ha habido Papas que dejaron mucho qué desear en su vida privada, y no sale del ámbito de lo humanamente posible que eso pueda volver a suceder. Pero, ¿que el Papa enseñe sus propias costumbres libertinas como si fuera doctrina de la Iglesia, o siquiera como algo permisible? NUNCA. Ni el propio Alejandro VI –con todas sus taras– lo hizo, y nunca se hará. Dios no lo permitiría. Esa ha sido a través del tiempo una de las pruebas de que la Iglesia es guiada, en todo momento, por el Espíritu Santo. Por suerte los últimos Papas –al menos los del siglo XX y XXI– han sido santos, así que no es algo que amerite nuestra preocupación por el momento.

Algo que de pronto sí podrías encontrarte de novedad en los Papas conforme pasan los años sería una mayor valentía, menos “pelos en la lengua” para decir las cosas como son. ¿Te encanta que el Papa salga del Vaticano a pagar el hotel en que estaba hospedado como cardenal? ¿O que se mueva en bus? ¿O que sea argentino y, por ende, “canchero”? A mí sí. Y por esa misma personalidad suelta y descomplicada que tiene, me parece que tendrá menos “respetos humanos” para decir lo que tiene que decir, y llamará al pan PAN, y al vino VINO.

Amigo “progre” (o como quieras hacerte llamar este año): no pierdas energías tratando mover la casa construida sobre roca. Si lo que quieres es poder seguir sintiéndote de alguna manera “cristiano” sin que te digan que estás pensando las cosas equivocadamente, anda y busca por ahí cuál de esas sectas que se dicen cristianas (y que son fundadas por simples hombres) se adapta más a tu pensamiento actual. Luego, cuando se ponga de moda otra cosa y cambies de pensamiento, te puedes cambiar a otra, ¡o fundar la tuya propia, en el garaje de tu casa! Hay de todas las variedades, y de todos los grados de ortodoxia o laxitud. Pero ésta, la católica, la primera y la única, la Iglesia fundada por Cristo, no se moverá NI UN MILÍMETRO en los puntos esenciales. En serio, mejor ríndete ahí. Nadie pensará menos de ti.

Pero mejor aún –y este es el verdadero consejo que te doy–, infórmate bien, y luego fórmate bien. Reza, medita, hazte un examen de conciencia. Puede que en tu vida tengas cosas que sean consideradas como “pecado”, pero la solución no es esperar que alguien mágicamente diga que ya han dejado de serlo. Mejor reconócete pecador, que el mundo no se acabará. Es inútil querer cambiar los contenidos de la fe para que ésta le calce a tu vida: el camino es el absolutamente opuesto.

Quizás no serás nunca el mejor de lo católicos, e incluso puede que te descubras como el peor de todos, porque sabes que tu estilo de vida choca con las enseñanzas de tu Iglesia y no encuentras –de momento– las fuerzas o las ganas para cambiar. Pero si en tu corazón entiendes, por la fe, que lo que la Iglesia te enseña es la verdad revelada por Dios, entonces sí tendrás una verdadera conciencia católica, y siempre habrá esperanza para ti.

Nuevo Papa, nuevo nombre, nuevo estilo, misma santa doctrina… in saecula saeculorum. ¡Viva el Papa Francisco!

Dios les bendiga.

* Ernesto Arosemena es sacerdote de la Iglesia Católica. Su texto ha sido publicado originalmente en el portal «Al César lo que es del César».

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