Los columnistas

Marlon Puertas
Guayaquil, Ecuador

Ya tenemos competencia. Tenemos a Rafael. La verdad, desde que me enteré que el mismísimo presidente de la República, el ganador de ocho procesos electorales (¿o nueve? da lo mismo), el líder de la región que fue el primero que reclamó por el pobre de Snowden -y que después se fue de vacaciones- el mismo, ahora estará de columnista, escribano, pensador profundo, que se integra a la larga lista de quienes hacemos opinión, así no opinemos nada.

No es una tarea sencilla esta. Mucho menos con la ley de Comunicación. Así que supongo que le robará no solo minutos de su tiempo, sino horas y horas de pensar cuál puede ser el tema de la siguiente columna. Yo por ejemplo, tenía en mente tratar el problema de las drogas. La idea inicial era agarrar la declaración del representante del Consep, que nos informó que apenas el 1% de los consumidores de drogas desarrolla algún problema de salud. Es decir, no les pasa mayor cosa. Entonces, ¿para qué nos hacemos tanto lío? Si el dato es efectivo, que pare la guerra y reine la paz, la que transporta a otras dimensiones ajenas a esta realidad que nos conmueve y aprisiona, la que nos aplasta y nos redime a la vez, que buena falta nos hace. Ya parezco fumado, pero no. No ahorita.

Después me arrepentí de escribir sobre este problema, porque se necesita tener conocimientos a fondo y, soy honesto, no tengo la más mínima idea de lo que se debe hacer. Por eso siempre escribo de políticos, para lo que no se necesita de mayor ciencia. De sus virtudes, de sus defectos, de sus carencias, de sus abundancias. Ah, ya me acordé del otro tema que se me había ocurrido: los ocho closets de la asambleísta. Toda una noticia, pero luego me eché para atrás, porque no es justo criticar a alguien porque se vista bien, así sea que compre en Miami sus atuendos. Además, a ella nunca la he escuchado denigrar al imperio, ni la he escuchado nunca decir nada de ningún otro tema, porque casi nunca sale en la tele, ni en los periódicos oficiales. La entrevista más grande que le han hecho ha sido sobre sus roperos. Así que bien ganada tiene su visa, porque ni al espionaje gringo ha criticado, ni a los europeos malos que lo aterrizaron a Evo.

De economía no podría escribir mucho, porque, la verdad, no entiendo por qué, en la época más boyante de ingresos petroleros de toda nuestra historia, nos seguimos endeudando con los chinos. Seré muy bruto. Por ahí dicen que es porque el aparato burocrático ha crecido mucho y que eso es algo que también llaman gasto corriente. ¿Entienden algo? Yo tampoco. Solo sé que el único costo congelado es el pasaje de la Metrovía y de ahí, el resto, todo sube. Economía muy reducida, la verdad, por eso ni me meto en esas costuras.

En estos mismos dilemas se metió de lleno el presidente, lo cual era justo y necesario, porque casi no tenía espacios en donde pueda ejercer su derecho a expresarse libremente. Las sabatinas ya le habían quedado cortas, los enlaces ciudadanos se volvieron aburridos y sus ideas corrían el riesgo que se las lleve el viento. Ahora ya no. Quedarán en el papel, ese papel que tanto le gusta romper.

* El texto de Marlon Puertas ha sido publicado originalmente en el diario HOY.

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