Se deben aplicar sanciones internacionales al gobierno de Venezuela, ya

Luis Fleischman
Miami, Estados Unidos

La revuelta estudiantil que comenzó la semana pasada en Venezuela continuó con una gran demostración el 18 de febrero, liderada por Leopoldo López, el líder del Partido Voluntad Popular. López encabezó las demostraciones corriendo un gran riesgo personal y hoy está bajo arresto de las autoridades de Venezuela.

Las protestas no se deben solo a la inflación, escasez y pobreza que hoy caracterizan a la economía venezolana, sino también a la represión y a la falta de libertad.

Esta es una lucha por el alma de la nación venezolana. Los manifestantes se han convencido totalmente de que no hay salida electoral a un régimen que se vuelve más represivo con el pasar del tiempo. Maduro, como antes Hugo Chávez, anhela perpetuarse en el poder y ejercer control total sobre el Estado y la sociedad de Venezuela. El gobierno venezolano ha asegurado la lealtad de los militares a su régimen despótico y ha restringido acuerdos comerciales, medios de comunicación, negocios y asociaciones de profesionales. Ha politizado cada esquina de Venezuela recompensando a sus leales y simpatizantes y destruyendo, exiliando y bloqueando a sus oponentes.

Los militares no tienen problema en observar cómo los venezolanos están siendo asesinados por los paramilitares. Como el periodista venezolano Nelson Bocaranda reveló hace más de un año, los generales venezolanos y cubanos  acordaron que protegerían al gobierno bolivariano aunque tuviesen que dar un autogolpe de Estado.  Los paramilitares usados por el gobierno de Venezuela para reprimir a los manifestantes y opositores son en su mayoría sicarios que han recibido del gobierno libertad para actuar. Esa libertad es la que eventualmente llevó a un meteórico incremento del crimen y de la inseguridad en el país. La criminalidad rampante no es solamente un problema social. Los gobiernos de Chávez y Maduro lo han promovido directa e indirectamente. De otra manera, ¿cómo explicar que un régimen opresor no pueda “oprimir” a los criminales que aún continúan gozando de total impunidad?

Así es como la criminalidad es parte integral de esta revolución “progresiva”, cuya naturaleza autoritaria recibió legitimidad en la más reciente conferencia de la Comunidad de Estados Latino Americanos y del Caribe (CELAC).

Las medidas represivas de Maduro gozan de una red de respaldo regional y de facilitadores. A excepción de Chile y Costa Rica, ningún otro país ha condenado las acciones del gobierno de Maduro. La Unión de Naciones Sudamericana (UNASUR), sin sorpresas emitió un extraño comunicado en el que expresa sus “condolencias a las familias de las víctimas” y simultáneamente su “solidaridad con el pueblo y el gobierno de Venezuela”. Esta no es sino una farsa destinada a respaldar al gobierno de Maduro sin parecerlo. La Secretaría de la Organización de Estados Americanos (OAS) emitió un comunicado llamando a una resolución pacífica del conflicto. Pero la solución a este conflicto es tan imposible como la solución del conflicto en Siria. Tal como el régimen de Bashar Assad en Siria, el régimen venezolano no está diseñado para ceder poder o para reconocer alguna otra fuerza política.

“No voy a ceder un milímetro del poder que el pueblo de Venezuela me ha dado… nada me detendrá para construir esta revolución que el comandante Chávez nos dejó”, dejó en claro Maduro.

Los Estados Unidos condenaron la “violencia sin sentido”, pero se quedaron cortos en repudiar y condenar al gobierno de Maduro. Los Estados Unidos expresaron su preocupación sobre los manifestantes asesinados por la violencia gubernamental y también por el alto número de arrestos y detenciones. El Secretario de Estado John Kerry reafirmó el derecho de los ciudadanos a expresar su desacuerdo y exhortó al gobierno de Venezuela a “proveer el espacio político necesario para el diálogo político”. ¿Realmente cree Kerry que el gobierno de Maduro permitirá alguna vez el diálogo?

Uno de los líderes de los estudiantes venezolanos agradeció al Secretario Kerry por sus palabras, pero señaló que Venezuela “ha dado a luz a nuevos líderes y que esos líderes sacarán a Venezuela de esta crisis”.

Con todo el respeto a este joven líder por su coraje y autoconfianza, está claro que el gobierno bolivariano nunca negociará porque esta es una revolución, y no una suerte de gobierno temporal amparado en la constitución. Los líderes de la oposición de Venezuela necesitan apoyo internacional no hacia su labor sino para ayudar a debilitar la tiranía que actualmente rige en Venezuela.

Entonces, ¿qué es necesario hacer?

En el pasado, Estados Unidos no deseó apoyar ni siquiera a regímenes represivos por más amistosos que estos hayan sido hacia el país del norte. Como ejemplos citamos regímenes como los de Ferdinand Marcos en Filipinas en 1986, o el régimen de Hosni Mubarak en Egipto en el 2011. ¿Cómo deben los Estados Unidos actuar hacia un régimen no afín y represivo que no solo ha perdido legitimidad sino que también es un narco estado aliado a grupos subversivos y es hoy el segundo mejor aliado de Irán?

Los Estados Unidos deberían haber aplicado sanciones a Venezuela mucho tiempo atrás, dadas sus sistemáticas violaciones al sistema de sanciones a Irán. De todas formas, a medida que los sucesos se van desarrollando, ha llegado el momento de que los Estados Unidos reduzcan la adquisición de petróleo Venezolano.

El ex asistente de la Secretaría de Estado, Otto Reich, aseguró años atrás que los Estados Unidos podrían fácilmente sobrevivir sin el petróleo venezolano ya que con los precios al alza, los americanos encontrarían formas de dirigir menos y ahorrar gasolina.

El petróleo venezolano constituye menos del 8% del total del consumo americano. Hoy estamos produciendo domésticamente mucho más petróleo y gas natural con lo cual el 8% que importamos de Venezuela podría ser fácilmente compensado. El dinero que Venezuela recibe de sus exportaciones de petróleo a los Estados Unidos ayuda a propagar su régimen tiránico. Otros países en la región no tienen la voluntad para presionar al régimen bolivariano para que cambie su curso. No existe un liderazgo democrático en el área ya que esos países se han adherido a Maduro y al mismo tiempo ellos han excluido a los Estados Unidos y Canadá de la comunidad americana de naciones.

Por ello, la administración Obama no tiene nada que perder mostrando fuerza de carácter. Necesita imponer sanciones a Venezuela para forzar al gobierno de Maduro a detener su régimen represivo y abrir espacio para todas las voces políticas de Venezuela. Además, esas sanciones fortalecerían y darían más valor a la oposición. También beneficiaría a los intereses americanos al no tener al estado Venezolano como el mayor punto de transferencia de drogas hacia los Estados Unidos, que intenta activamente minar a otras naciones democráticas en la región, y que trabaja cercanamente con el gobierno de Irán y su abierta hostilidad a nuestros valores y forma de vida.

Luis Fleischman es coeditor de The Americas Report y autor del libro, “Latin America in the Post-Chavez Era: The Security Threat to the United States.”

 

 

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