La mano en tu plato

Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

Dicen las Escrituras “Cuídate del que mete la mano en tu plato, porque ese es el que traicionará”. La cita la hago de memoria por no poder ubicarla. Espero no decir ninguna herejía, pero la frase resume, de manera precisa y elocuente, lo que puede estar pasando en este momento en el Caribe. Acabo de leer un artículo del periodista Antonio Navalón publicado en el periódico español “El País”. Hay unos pocos temas de los cuales leo todo lo que cae en mis manos y busco enterarme de lo que sucede en algunas regiones del mundo; Venezuela es uno de ellos. Creo que he leído mucho al respecto, pero el enfoque de Navalón me parece original, nuevo y totalmente diferente a lo que se suele ver en este campo.

La teoría que expone es sencilla y, sobre todo, factible: “Considero que será Cuba, con Raúl Castro a la cabeza, quien entregue la revolución chavista a Estados Unidos, a cambio de conseguir el desbloqueo para Cuba”. Una opinión inquietante, sobre todo para quienes creen que gran parte de la firmeza, si no toda la firmeza, de la famosa “revolución bolivariana” se encuentra en La Habana. De acuerdo al análisis del periodista Navalón, Raúl Castro sería el que está metiendo la mano en el plato de Nicolás Maduro.

Es cierto que en este momento Cuba recibe de regalo miles de barriles de petróleo que permiten que el país siga rodando además de una sustancial ayuda económica. Pero hacer depender el futuro de la isla y de la Revolución de la caridad de Venezuela o, dicho con mayor propiedad, de Maduro, sería caer en el mismo error que ya cometieron al entregar, en el pasado, ese futuro, a la Unión Soviética. El paraíso comunista se hundió y Cuba, como Adán, tuvo que salir de ese paraíso con una mano atrás y otra adelante. Es de esperar que la lección se haya aprendido para no cometer los mismos errores.

El sueño de expandir la Revolución a América Latina se ha estrellado contra un muro de locura, ineficiencia, ineptitud y soberbia. Los dólares de Hugo Chávez, inventor de ese ser mostrenco al que llamó “Socialismo del Siglo XXI” o bien “Revolución Bolivariana”, pudieron comprar algunas voluntades; no las más lúcidas y preclaras del continente. Un análisis ligero y rápido es suficiente para descubrir que todos los gobernantes que se han sumado a la comparsa bolivariana sufren algún tipo de trastorno mental, algún tipo de desequilibrio que se manifiesta de diversas maneras. Creo que no es necesario citar ejemplos. Si alguien requiere para muestra un botón: Cristina Kirchner, después de recibir a Hugo Chávez en la Casa Rosada y ante un comentario de que “Cristóbal Colón fue un genocida”, decidió tumbar la estatua del Almirante que estaba entre la casa de gobierno y el río con gran disgusto de la comunidad italiana que fue la que había regalado el monumento.

A Hugo Chávez también le habría reventado en las manos su engendro político. Pero a Maduro le está reventando con mayor celeridad. Más temprano que tarde el proyecto político de su mentor se irá a la quiebra porque el país está en quiebra debido a una desastrosa administración económica. Si se le suma la mala gestión política con la persecución a políticos y periodistas; si se le suma la supresión de las libertades ciudadanas; si se le suma el altísimo nivel de criminalidad, el resultado solo podrá dar números negativos. Los hermanos Castro, que sortearon numerosos temporales, si llegan a acoplarse a la aventura chavista venezolana, es porque han perdido toda capacidad de discernimiento, cosa que no creo que haya sucedido.

Lograr el desbloqueo de Cuba, aplicado por los Estados Unidos, sería, en este momento, uno de los grandes triunfos de los hermanos Castro y una bocanada de aire fresco y vivificante para su agonizante régimen. ¿Qué razón tendrían entonces de aliarse con un gobernante que carece de toda idea de lo que es la política, de nula capacidad intelectual, sin ningún tipo de formación y ni siquiera el carisma que salvaba en los momentos difíciles a su mentor?

En este sentido Antonio Navalón en el artículo al que hago referencia es lapidario: “Lo sepa o no Maduro (si es que alguna vez supo algo), las campanas doblan por él. Pero no suenan ni se tocan en Washington. Tocan y suenan en La Habana”. Lo único que nos toca desear es que esos funerales se realicen lo antes posible y así evitar que sigan muriendo jóvenes en las calles de Caracas.

* Jesús Ruiz Nestosa es periodista paraguayo. Su texto ha sido publicado originalmente en el diario ABC Color, de Paraguay.

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