El santo y el milagro

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

El santo que nos concedió el «milagro ecuatoriano» es el precio del petróleo.

Porque el buen desempeño de la economía ecuatoriana en los últimos años no es un milagro, sino el resultado de un alto precio del crudo. Además, resulta que en el pasado ha habido momentos de mejor desempeño económico y social y con precios del petróleo más bajos. ¿Esos sí serían milagros?

Primero veamos lo actual. Entre 2007 y 2013, en promedio, el PIB del Ecuador creció al 4,2% y en ningún año la producción se contrajo. Incluso hubo momentos de gran expansión, como el 2011, cuando el PIB creció 7,8%. Nada mal, al menos comparado con el bajo crecimiento y las constantes crisis de los años 80 y 90. En parte gracias a ese crecimiento, la pobreza cayó, entre diciembre 2006 y diciembre 2013, a un promedio de 1,7 puntos por año.

Pero también hay que resaltar que nunca en la historia ecuatoriana el precio del petróleo ha estado en niveles tan altos por un período tan largo. En febrero 2014, el barril ecuatoriano se vendió en $98 y desde enero 2007, ha estado a un promedio de $82 (precios siempre en dólares de febrero 2014, es decir, ajustados por inflación). Obviamente ese es un nivel alto, más aún si se lo compara con el mínimo histórico registrado en diciembre 1998 de $9,9 por barril (siempre dólares actuales).

Y ese altísimo precio ha permitido un fuerte crecimiento del gasto público que hoy es casi el triple de lo que era en 2006 (ajustado por precios). Esa cantidad de recursos, como es obvio, movió la economía e impulsó su crecimiento.

Esa es la receta del «milagro».

Pero en otras épocas se lograban mejores resultados con precios del petróleo más bajos. Por ejemplo entre 2001 y 2006, en promedio, el barril estuvo $35 y la economía creció más (4,8%). También ahí fue el año de mayor crecimiento económico en dolarización, el 2004, con 8,2% (un crecimiento tan alto que logró bajar la pobreza en 6 puntos). En realidad, en el período 2001 a 2006 la caída de la pobreza fue de 3,5 puntos por año, es decir, cayó al doble de rápido que entre 2007 y 2013.

Y aunque el crecimiento económico fue más alto y la caída de la pobreza más rápida, lo que pasó entre 2001 y 2006 tampoco es un milagro, sino el resultado de no complicarle la vida al sector privado, de no ahuyentar a los inversionistas, de no armar una política económica basada en discursos de barricada.

En épocas aún más remotas, con el petróleo todavía más barato, también se lograban cosas positivas. Por ejemplo, entre diciembre de 1992 y diciembre de 1995, la pobreza cayó 5 puntos por año. Y todo eso con un barril de $24 (vale aclarar que los índices de pobreza de los años 90 son solo urbanos y no totalmente comparables con los actuales).

Eso tampoco fue un milagro. Fue el resultado de un enorme esfuerzo por estabilizar a la economía y llevar al país a un mundo globalizado. Porque en economía no hay milagros.

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en el diario El Comercio.


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